DGDC-UNAM. Hay muchos misterios en el Universo, de dónde venimos, cómo se originó la vida y si habrá otros tipos de inteligencia en galaxias lejanas. Por muchos años, tanto el arte como la ciencia han intentado responder a estas preguntas, cada área desde su propia trinchera, y es muy raro encontrarlas juntas.

Pero ahora, en el marco del año dual Alemania-México un grupo de artistas apoyados por Carsten Seiffarth, curador de la exposición, y por el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), idearon un proyecto al que llamaron Sideral, que actualmente se exhibe en el museo de arte experimental Ex–Teresa Arte Actual, y que consistió en transformar en sonidos melódicos los campos magnéticos encapsulados en un meteorito que se encontraba exhibido en el Instituto de Astronomía.

“Es una suerte de memoria, una historia escrita. Las rocas caen del cielo como mensajeros, embajadores, y es una posibilidad para preguntarnos cosas sobre el destino, historia, memoria, vida. ¿Por qué no hacer una lectura del campo magnético del meteorito y darle una voz para poder tener un acercamiento sensible?”, comentó Marcela Armas, una de las artistas a cargo del proyecto.

La idea surgió como un proyecto artístico pero pronto se dieron cuenta de que podría tener múltiples impactos en la ciencia, mismos que aún no se han explorado. “Somos testigos de una nueva manera de estudiar materiales, aunque aún no sabemos a ciencia cierta a dónde va a ir a parar esto”, dijo el experto en meteoritos del Instituto de Astronomía, Daniel Flores.

 

En el arte también hay ciencia

La instalación consiste en un gran detector construido de madera y sensores de teléfonos celulares que hacen una lectura completa del meteorito, restándole el ruido del campo magnético de la Tierra y transformando los datos en sonidos con ayuda de sintetizadores y software de computadora.

“Los minerales que están dentro del meteorito tienen residuos de campo magnético y cada mineral tiene un componente diferente de campo magnético, los detectores miden la interacción del campo de la Tierra con las pequeñas variaciones del campo propio de los minerales. Por esa razón oímos diferentes sonidos”, explicó Daniel Flores.

Pero no solo se trata de que suene, si ese fuera el caso se perdería por completo el ángulo artístico del proyecto. “Hay miles de posibilidades del sonido, y no queríamos que esto fuera solo un instrumento de medición que sonara más fuerte o bajo dependiendo del tipo de magnetismo, sino que fuera algo más, algo interesante sonoramente y que llamara a escucharlo”, complementó Daniel Llermaly, encargado de la composición sonora.

Así como los artistas calibraron el aparato medidor con las notas de su elección, otra peculiaridad es que el campo magnético de los meteoritos puede ser alterado por variables como altas temperaturas, golpes o exposición a campos magnéticos más fuertes, así es que su campo magnético no es el mismo ahora que en el momento en que impactó a la Tierra o el que será dentro de miles de años. “Pero eso es lo interesante, son justamente las afectaciones por esos eventos que construyen su memoria”, concluyó Gilberto Esparza, otro de los artistas coordinadores de la exposición.

Una de las mejores cualidades del instrumento es que no requirió tantos fondos para su construcción, de hecho los softwares son de uso libre, así que cualquier persona puede tener acceso a ellos, y optaron por la practicidad de los sensores de celular porque se dieron cuenta de que éstos reaccionaban bastante bien a los campos magnéticos.

La idea es que el proyecto continúe, próximamente el grupo partirá a Alemania en donde usarán un aparato más pequeño para leer a un meteorito de allá, y se pretende que a principios de 2017 se exhiba una versión más compacta del instrumento en el Instituto de Astronomía de la UNAM que recuperará su meteorito próximamente, ya que la exhibición solo estará abierta hasta el 23 de octubre del año en curso.