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El momento Kodak de Ricardo Anaya

Las ideas de Ricardo Anaya sobre  el papel que tendrán la ciencia y la tecnología en su concepción de país son difíciles de identificar, pues durante su campaña solamente nos ha ido regalando algunas imágenes, pequeñas joyas de su asombro ante los cambios tecnológicos, que lo mismo utiliza para mostrar una aparente sapiencia ante auditorios ingenuos, que para atacar a sus adversarios en la contienda electoral… Pero detrás de eso sólo hay vacuidad.

Por ejemplo, durante la 59 Semana Nacional de Radio y Televisión, Anaya abordó la velocidad de los cambios tecnológicos, pero no se refirió –como hoy ya está de moda– a la inteligencia artificial o la manipulación del genoma, sino a la evolución de las cámaras fotográficas, y cómo el tránsito hacia las fotografía digital, además de eliminar los rollos de película Kodak que todos comprábamos para tomar fotos, había permitido ahora hacerlo desde nuestros teléfonos celulares ¡wow!

El mismo momento Kodak fue estelarizado también por Anaya, durante su participación ante un auditorio más avezado en los temas científicos y tecnológicos, durante la sesión extraordinaria de la asamblea general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies), donde el candidato a la Presidencia de la República por la coalición Por México al Frente repitió la misma historia de la evolución a las fotos digitales junto con otro de sus ejemplos reiterativos sobre el tránsito futuro hacia los automóviles eléctricos.

Aquí el aspirante a ocupar la silla presidencial durante los próximos seis años, mostró una fotografía de la Quinta Avenida en Nueva York en 1900, en la que se observa llena de carretas tiradas por caballos y cómo, 13 años después, la misma emblemática calle está ocupada por los automóviles de combustión interna en lugar de las diligencias jaladas por equinos, gracias a la aparición de los Ford de la serie T. Con esto en mente, Anaya lleva a su audiencia hacia la rápida evolución que tendrán los automóviles eléctricos gracias a que con el paso de los años, al igual que ocurrió con la fotografía digital, bajarán los precios y su uso se generalizará, lo que convertirá en obsoletos e inútiles los automóviles de gasolina, con lo que aprovecha para fustigar a su contrincante Andrés Manuel López Obrador, quien quiere construir algunas refinerías, pues concluye, a partir de su ejemplo, que éstas serán inútiles. Desde luego, el candidato postulado por los Partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática y el Movimiento Ciudadano, ni siquiera imagina que el futuro del transporte estará guiado por la robótica y los automóviles sin conductor.

Pero lo realmente interesante es que detrás de las vistosas imágenes que nos comparte Anaya acerca de lo que para él significa el avance tecnológico, no hay absolutamente nada que conecte los cambios que alegremente nos comparte en sus charlas, con el papel que debe desempeñar México ante las inminentes transformaciones a que conducirán los avances tecnológicos que tenemos en puerta a escala mundial, los cuales ni siquiera imagina este candidato.

Lo anterior es preocupante, pues a partir de sus propios ejemplos, lo que habría que hacer es esperar a que se desarrollen las nuevas tecnologías en otros países, y que sus beneficios (supuestos o reales) lleguen a nosotros (a partir de la reducción de precios en el mercado), como ocurrió con las primeras cámaras digitales lanzadas en 1991 por la empresa Dycam en Chastwort en California, Estados Unidos; o los automóviles eléctricos desarrollados hoy por la misma Ford de la serie T, o por algunas unidades de investigación y desarrollo de compañías japonesas, coreanas o chinas, profundizando con ello la dependencia tecnológica de nuestro país.

Nunca al tratar estos temas, Ricardo Anaya vincula sus imágenes (hoy día un tanto arcaicas) sobre el cambio tecnológico con una política de ciencia, tecnología e innovación para México que pueda llevar a nuestro país a acortar la brecha tecnológica y enfrentar los retos que plantea los cambios acelerados en áreas como inteligencia artificial, robótica, nanotecnología, biotecnología, neurociencias, edición genética, biología sintética y química verde, entre otros muchos campos que avanzan a gran velocidad y en muchos casos podríamos aprovechar, si fortalecemos nuestras capacidades en la investigación científica y la innovación.

No es casual que la visión de Ricardo Anaya sea tan limitada, pues los 12 años que gobernó su partido de origen, el PAN, constituyen una de las peores etapas en la historia reciente para la ciencia y tecnología de México y, en mi opinión, difícilmente saldrá algo bueno de ahí.

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