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Los riesgos del buceo hookah

Conacyt. Para Oswaldo Huchim Lara, posdoctorante en el programa de Bioeconomía Pesquera y Acuícola de la Unidad Experimental (Unexmar) de la Universidad Marista de Mérida, los pescadores que trabajan en las diferentes modalidades de la pesca son partícipes de una de las actividades de mayor riesgo laboral, de acuerdo con estudios realizados como parte de su maestría y doctorado en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav IPN), unidad Mérida.

Con el propósito de difundir los riesgos que conlleva la actividad de pesca por buceo en el estado de Yucatán, el investigador se dio a la tarea de efectuar medición de percepciones de riesgo entre pescadores de la zona oriente de Yucatán, ferias de salud y talleres de capacitación en conjunto con profesores investigadores y estudiantes de la Escuela de Medicina de la Universidad Marista de Mérida, así como el manual Principales riesgos en la práctica del buceo hookah como método de pesca realizado en colaboración con Walter Chin, investigador de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

“El objetivo es que el pescador que practica el buceo como método de pesca conozca cuáles son los riesgos que tiene la actividad, cómo identificarlos y cómo prevenirlos empleando un lenguaje sencillo dado que es un manual específicamente dirigido a esa población. Se aborda la descompresión, los problemas de la vista, el monóxido de carbono, posibles neumonías derivadas de la inhalación de gases de la combustión, quemaduras por exposición solar, entre otros temas”, apuntó Huchim Lara en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.

Improvisación y riesgos

El sistema hookah consiste en la provisión de aire al buzo desde la superficie por medio de una máquina armada que se encuentra sobre la cubierta de la embarcación. La máquina está conformada por un motor de combustión interna o compresor de aire que succiona el aire del ambiente y lo introduce en un tanque contenedor. Por medio de un regulador de presión envía el aire a través de una manguera hasta la boquilla del buzo y esto lo provee de una fuente de aire continua e ilimitada, permitiendo permanecer por tiempo prolongado bajo el agua.

El manual se basó en las investigaciones en torno a las enfermedades de descompresión y envenenamiento con monóxido de carbono que se desarrollan por las condiciones provistas por el método hookah, realizadas por Huchim Lara bajo la asesoría de las investigadoras de la unidad Mérida del Cinvestav IPN, Julia Fraga Verdugo y Silvia Salas Márquez, y en colaboración con el investigador de la Universidad de California en Los Ángeles, Walter Chin.

El manual contó con la revisión de especialistas y pescadores para verificar el rigor y claridad de la información presentada y los ejemplares se distribuirán de manera gratuita entre pescadores de las comunidades de Yucatán. “Las investigaciones realizadas por nuestro equipo de trabajo han sido con el fin de generar conocimiento pero también para mejorar las condiciones laborales de los pescadores, pues de alguna manera buscamos que los resultados de las investigaciones tengan un impacto social”, apuntó Huchim Lara.

Ferias de salud para pescadores

Entre la Unidad Experimental Marista y la Escuela de Medicina de la Universidad Marista de Mérida se realizan Ferias de Salud en comunidades de pescadores, donde se encargan de brindar gratuitamente un diagnóstico del estado de salud a todos los participantes.

Las actividades son lideradas por Nina Méndez Domínguez, profesora de la Escuela de Medicina, y Oswaldo Huchim Lara, quien ha trabajado desde hace nueve años en el estudio de los factores de riesgo que predisponen el padecimiento de enfermedades de riesgo para los pescadores de diversas comunidades del oriente de Yucatán, con especial énfasis en el impacto social que esta investigación puede generar.

“La idea es que los pescadores conozcan los riesgos de padecer aquellas enfermedades asociadas al buceo y si las padecen, orientarlos en caso de que se requiera un estudio más específico para confirmar la enfermedad, para poder atenderlas y reducir sus riesgos al bucear, por ejemplo, un análisis de química sanguínea para confirmar el diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2”, señaló el investigador, quien ha sido becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Hasta el momento se han realizado en conjunto alrededor de 200 evaluaciones médicas en los municipios de Río Lagartos, Progreso y Sisal. Estas evaluaciones incluyen exámenes de la vista, de la presión arterial, glicemia capilar, índice de masa corporal, entre otros estudios. En las ferias han participado activamente estudiantes del décimo semestre de la Escuela de Medicina, quienes se han interesado por acercarse a las problemáticas de salud en la costa para la promoción a la salud y la generación de conocimiento a través de la investigación.

“A partir de estas Ferias de la Salud hemos encontrado que existen algunas enfermedades de los ojos como la pingüécula y el pterigión, que se presentan con más frecuencia en los pescadores buzos. Son benignos, pero si crecen demasiado pueden ocasionar problemas para la visión y por ello es bueno detectarlos a tiempo y prevenir su progresión”, explicó el médico interno de pregrado Ricardo Cárdenas Dajdaj, estudiante de la Escuela de Medicina que ha otorgado atención durante las Ferias de la Salud.

Pterigión y pingüécula

El Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud (Cenetec) define el pterigión como una enfermedad de origen y patogenia desconocidos que se caracteriza por crecimiento de tejido fibrovascular anormal de tejido conjuntival, de forma triangular, que invade la cornea a partir de la conjuntiva bulbar. Su base está localizada en la periferia y el ápex hacia la cornea, puede ser nasal o temporal y consta de tres áreas: cabeza, cuello y cuerpo.

La pingüécula es un parche o abultamiento amarillento en la conjuntiva, cerca de la córnea. Aparece con mayor frecuencia en el lado del ojo más cercano a la nariz. Es un cambio en el tejido normal que se transforma en un depósito de proteína, grasa y/o calcio, muy similar a un callo en la piel.

De acuerdo con Cárdenas Dajdaj, quien actualmente desarrolla su tesis sobre este tema, no existen causas bien definidas para estas patologías, pero en la literatura científica se han estudiado la radiación solar y la exposición a condiciones ambientales adversas como algunas de las causas más importantes.

“A través de los exámenes visuales encontramos que alrededor de 60 por ciento de los pescadores presenta pingüécula y cerca de 11 por ciento presenta pterigión. Se han recomendado medidas de protección y uso de lentes para aquellos que lo necesitan”, apuntó el investigador.

Osteonecrosis disbárica

Nina Méndez Domínguez explicó que actualmente se construye una sede para atender la salud del pescador en el Centro Stella Maris, localizado en el puerto de Progreso, Yucatán, donde se realizarán actividades de prevención, atención y rehabilitación.

En colaboración con la Universidad de California en Los Ángeles y la Universidad de California en San Diego se prepara un protocolo para estudiar las secuelas de las descompresiones en el mediano y largo plazo. Una de estas secuelas es la osteonecrosis disbárica, que consiste en pequeños infartos que ocurren principalmente en articulaciones en donde se presenta un desgaste.

“Esto causa dolor crónico y puede llevar incluso a la pérdida de la función de la articulación. Se diagnostica a través de radiografías o de resonancias magnéticas y esperamos que en 2017 podamos hacer estos estudios en los pescadores con quienes hemos trabajado para determinar cuál sería la afectación del buceo en su vida”, comentó Huchim Lara.

Baja percepción de riesgo

Como parte de las actividades del posdoctorado en Bioeconomía Pesquera y Acuícola, Huchim Lara desarrolla un análisis de la percepción de riesgo en pescadores en torno a su actividad laboral mediante instrumentos cualitativos implementados en pesquerías y adaptados para medir cuestiones de salud.

“Encontramos que hay una percepción de riesgo muy baja, están conscientes del riesgo de la descompresión pero no de las enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión que están relacionadas a la descompresión. Al hacer el análisis por grupos de edad y escolaridad, encontramos que los pescadores de mayor edad tienen una percepción de riesgo mayor a la descompresión que los del grupo de edad menor. Entonces, esto nos puede decir qué temas hay que reforzar y hacia qué grupo dirigir más los esfuerzos de prevención y promoción a la salud de acuerdo con la edad”, indicó el investigador.

Por otra parte, se estudia el costo social que una descompresión implica para un pescador y su comunidad, así como el económico para las instituciones de salud, desde el enfoque de la teoría del costo de oportunidad y la teoría de decisiones. “Por lo general, en cada descompresión dan siete días de incapacidad y son días en que el pescador no genera ingresos para su familia, también representa un costo social para la comunidad y un costo económico para las instituciones de salud. Esta investigación es la que vamos a desarrollar este año desde el programa del doctorado de Bioeconomía Pesquera”, apuntó.

Aprendiendo a salvar la vida de un buzo

Algunas embarcaciones de pesca realizan viajes de hasta 20 días en altamar, donde han ocurrido muertes ocasionadas por infartos y padecimientos ante los que la mayoría de la población no sabe cómo reaccionar. Por este motivo, Huchim Lara invitó a los pescadores con quienes colabora a participar en el curso “Aprendiendo a salvar una vida” que se imparte en el Centro de Simulación Médica de la Universidad Marista de Mérida, donde los pescadores pueden aprender a reconocer una emergencia de salud y cómo actuar ante estas eventualidades mientras consiguen la ayuda especializada.

El curso está a cargo de los médicos Gregorio Cetina, Herbert Puga Matú y la ingeniera biomédica Joeana Cambranis, quienes preparan un video didáctico para mostrar los conceptos y las maniobras que se practican posteriormente con los simuladores médicos de alta fidelidad. De acuerdo con Herbert Puga Matú, el taller orientado a los pescadores incluye la técnica de RCP (reanimación cardiopulmonar) básica, obstrucción de la vía aérea y posición lateral de seguridad. Hasta el momento se han capacitado a cerca de 50 pescadores de la costa oriente de Yucatán.

“Los investigadores se dieron cuenta de que los pescadores que salen hasta altamar han tenido problemas médicos como la descompresión y los paros cardiacos, por lo que nos invitaron a impartir un taller para enseñar cómo prevenirlos. Usualmente, este taller se imparte a alumnos de medicina y de otras licenciaturas y lo damos porque consideramos que es muy importante que se aprenda lo básico entre los estudiantes y el público general”, apuntó Puga Matú.

Durante su visita a las instalaciones de la Universidad Marista, los pescadores tienen la oportunidad de realizarse pruebas de función pulmonar mediante el empleo de un espirómetro, a cargo del estudiante Alberto Álvarez Baeza, para complementar las revisiones médicas realizadas en las Ferias de Salud.

Marytere Narváez/Agencia Informatica Conacyt

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