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Urge hacer permanente la veda de redes para proteger a la vaquita marina

DGDC-UNAM. Quince días separan a la vaquita marina (Phocoena sinus) de la extinción o de la supervivencia, advirtieron especialistas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).

Este es el tiempo que resta a la prohibición temporal del gobierno mexicano para utilizar redes de enmalle por los pescadores del Golfo de California, principal amenaza para la vaquita marina, de la cual quedan menos de 30 ejemplares en libertad.

La especie endémica de México se desplazan en un área de 40 mil kilómetros cuadrados, llegan a medir 150 centímetros de largo y alcanzan un peso de 50 kilogramos. El periodo de reproducción es de una cría cada dos años.

Es por ello que Jorge Rickards, director general interino de WWF México, encabezó una conferencia de prensa donde pidió a las autoridades que la prohibición sea permanente ante el constante declive de la especie, de la cual, han sido encontrados recientemente ejemplares muertos atrapados en mallas ilegales.

Por ello, la WWF México presentó el análisis “Se esfuma la vaquita: salvando al mamífero marino más amenazado del mundo” y anunció el inicio formal de una campaña para tratar de salvar al pequeño mamífero de la extinción, y que en días pasados recibió el apoyo en redes sociales del actor Leonardo DiCaprio.

Rickards y su equipo recordaron que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales anunció su apoyo económico para el Proyecto Vaquita CPR (Conservación, Protección y Recuperación) que implica proteger al mamífero en semicautiverio y comenzar un programa de reproducción artificial.

Dicho programa es impulsado por el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita Marina (CIRVA) y consiste en el traslado de algunos ejemplares a un santuario temporal con el objetivo de lograr su reproducción sin riesgo de ser atrapada en redes de enmalle, utilizadas en la caza ilegal del totoaba.

“Nuestra posición es trabajar de la mano y poner los datos sobre la mesa y solicitar mayor acción entre los actores. Sobre el proyecto de CIRVA estamos de acuerdo pero lo vemos como una medida desesperada, que tiene altos riesgos puesto que nunca se ha hecho con esta especie; pero debe realizarse a la par de la extracción de las redes fantasma para que la población silvestre pueda continuar”, comentó Rickards.

María José Villanueva Noriega, directora adjunta de Ciencias y Estrategia de la WWF y Enrique Sanjurjo, coordinador de Desarrollo de la WWF, acompañaron a Rickards y explicaron que es urgente, además, trabajar de forma coordinada con los pescadores para que utilicen pesca alternativa que no implique el uso de enmalles donde suelen atorarse las vaquitas marinas.

“Dentro de las comunidades hay gente muy involucrada, pero hay que convertir esa voluntad en parte de la política pública”, estimó Enrique Sanjurjo.

“Los científicos nos han dicho que a este ritmo de declive, si no hacemos algo, la vaquita podría perderse antes de las elecciones del 2018”, enfatizó Villanueva Noriega.

La investigadora comentó al Foro Consultivo Científico y Tecnológico de la reserva ya existente en el Alto Golfo de California y el delta del Río Colorado, pero después se decretó un área protegida que fue ampliada en 2015 en la zona donde se prohíbe el uso de redes de enmalle con una veda temporal que expira a finales de mayo del 2017.

Entre las acciones directas realizadas por los especialistas de la WWF está apoyar retirando redes fantasmas, pero la investigadora explicó que en lo que va del 2017, cuando en teoría está vedada la pesca de totoaba en la zona, encontraron 15 redes de enmalle, lo que les hace pensar que hay muchas más en la región.

Aunque la cifra oficial es que quedan 30 vaquitas vivas en el Golfo de California, el hallazgo de al menos seis individuos en este año y otros tantos el año pasado, hacen temer a los especialistas que la situación es más grave de lo pensado, por lo que de junio a agosto de este año se realizará un nuevo censo de la vaquita con técnicas de búsqueda acústica y visuales para determinar el nuevo estado de la especie en peligro de extinción.

 

Myriam Vidal/DGDC-UNAM

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