El impacto del muro fronterizo en la conservación del lobo mexicano — ecologica
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El impacto del muro fronterizo en la conservación del lobo mexicano

Francisco Abarca et al.

La recuperación del lobo mexicano en Estados Unidos y México ha sido un proceso largo y complejo, lleno de éxitos y tropiezos como es de esperarse con una especie tan controversial como es este depredador. El lobo mexicano fue sujeto a campañas de control intensas que en Estados Unidos comenzaron a finales del siglo XIX, a las cuales se sumó México a mediados del siglo XX. Estas campañas mal entendidas causaron una reducción drástica de sus poblaciones. En la década de los años 70 del siglo pasado habían sido eliminados de su área histórica de distribución. En 1976, EU declaró al lobo mexicano como especie en peligro de extinción en base al Acta de Especies en Peligro de Extinción de 1973 (ESA, por sus siglas en inglés). La responsabilidad principal para su recuperación recae en el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (FWS por sus siglas en inglés), con la colaboración de otras dependencias estatales y grupos diversos.

Entre 1977 y 1980, ambos países colaboraron para capturar los últimos lobos mexicanos que se conocía existían aún en estado silvestre en los estados de Durango y Chihuahua. Utilizando estos cinco lobos, más dos que estaban en cautiverio en los EU, se inició el Programa de Reproducción en Cautiverio, donde actualmente participan 52 instituciones y zoológicos, tanto de México como del país vecino. La población en cautiverio cuenta actualmente con más de 300 ejemplares de lobo mexicano. Este programa sigue un estricto control y seguimiento de las cruzas en cautiverio con el cual se basa la selección de los animales que son considerados para su liberación al estado silvestre. Esto, con el objetivo de establecer poblaciones viables que eventualmente no requieran la intervención humana.

En 1982, México y Estados Unidos elaboraron el Plan de Recuperación del Lobo Gris Mexicano que se actualizará a finales de este año. Incorporará por primera vez a las poblaciones que existen en México como parte de los criterios para bajar de categoría o remover a esta subespecie de la lista en peligro de extinción en base al ESA. Además, la información que se ha generado con la participación de expertos de México definirá mucho las acciones y criterios de recuperación del lobo en nuestro país. Estas acciones y criterios aparecieron en el 2009 en el Programa de Acción para la Conservación de la Especie (PACE)-Lobo Gris Mexicano. Estos hechos demuestran la interdependencia que existe entre ambas naciones de trabajar en conjunto para el manejo y recuperación de especies en riesgo que son compartidas.

Desde mediados de los años ochenta hasta finales de los noventa se llevó a cabo una planeación intensa para poder liberar lobos en Arizona y Nuevo Mexico. Incluyó la identificación de las mejores zonas para su liberación, numerosos sondeos y encuestas para estimar las percepciones humanas sobre el lobo y el grado de aceptación sobre la liberación de lobos entre el público en general. Se incluyeron también evaluaciones de impacto ambiental y los permisos necesarios.

Este esfuerzo culmina con la liberación de once lobos mexicanos en un encierro de preliberación en enero de 1998, para finalmente liberar estos animales al estado silvestre ese marzo en un área de grandes extensiones de bosques nacionales entre Arizona y Nuevo México. A partir de la primera liberación se intensificaron los trabajos por mantener y aumentar estas poblaciones, a pesar de los impactos de la cacería ilegal, muertes por atropellamiento, sequías, fuegos y el remover animales que presentaban tendencias de depredación al ganado, comportamiento agresivo o sin temor a los humanos.

Para principios de febrero del 2017 se estimó que la población en estado libre entre Arizona y Nuevo México había alcanzado un mínimo de 113 animales, noticias muy alentadoras para el futuro del lobo mexicano. Y que cumplen con las expectativas de este programa de recuperación. Sin embargo, su recuperación plena está lejos de alcanzarse, por lo que hay que continuar con los esfuerzos de mantener poblaciones viables a largo plazo.

El proceso de planeación en México también fue sumamente intenso e iniciado por una reevaluación del hábitat disponible en la Sierra Madre Occidental para la identificación de las posibles zonas de liberación. A diferencia de los EU, los sitios de liberación en nuestro país consisten en algunas propiedades privadas, rodeadas de propiedades privadas, ejidales o comunales. Para llevar a cabo la reintroducción de ejemplares se requiere la aprobación de los dueños de las tierras. Al ser el noroeste principalmente ganadero y la percepción de los productores de que el lobo depreda el hato ganadero, obtener estos permisos ha sido un proceso arduo y complejo.

Como parte del proceso de reintroducción en la región, hemos llevado a cabo diferentes estrategias de acercamiento con los propietarios de la tierra. Incluyen juntas informativas, reuniones personalizadas, talleres de capacitación con relación al manejo ganadero, obras para mejoramiento del hábitat y difusión de mecanismos que permitan la coexistencia para reducir la depredación de ganado y atención a reportes de depredación. Este proceso requiere un acercamiento continuo hacia los productores para mostrarles que los lobos no son la amenaza que creen y que eventualmente podrían beneficiarse de su presencia.

Asimismo, contamos con módulos informativos para la distribución de material impreso didáctico, anuncios o notas a través de diferentes medios de comunicación dirigidos a productores y público en general, relacionados a la conservación de recursos naturales.

Así se ha logrado obtener un número de permisos para la reintroducción de ejemplares en predios cuyos dueños tienen un compromiso real con la recuperación de la subespecie. De 2011 a 2016 se reintrodujeron al medio libre 37 ejemplares de lobo mexicano. Este año se documentaron la producción de 15 cachorros en tres camadas de vida libre, representando una población que cuenta con poco más de 25 ejemplares.

Análisis recientes del hábitat disponible para el lobo en México y EU indican que se cuenta con áreas que pueden mantener dos poblaciones viables: una en el estado de Durango y otra en la zona donde está la población, en Chihuahua. Si en estas áreas llegan a establecerse poblaciones, pueden mantener la viabilidad de la especie. Pero siempre y cuando mantengamos el flujo de individuos entre ellas y la población que se tiene en Estados Unidos.

La continuidad del programa de recuperación del lobo depende de mantener la cooperación entre instituciones tanto internacionales como nacionales; así como del gobierno y el sector no gubernamental, incluyendo academia y asociaciones de la sociedad civil. El incorporar a la instancias responsables de la ganadería en México es fundamental para que este programa continúe expandiéndose e incremente su éxito.

Sin duda, uno de los obstáculos más fuertes para la recuperación del lobo sería la construcción de un muro fronterizo impenetrable. A diferencia de la situación actual donde existen secciones del muro con estructuras para impedir el paso de vehículos, pero no así de fauna silvestre, como sería el caso de los lobos. Hasta antes de la presencia de esta barrera, las poblaciones de la frontera entre nuestros países seguramente mantuvieron un intercambio de individuos (a nivel de genes y poblaciones) por lo que la construcción de un enorme muro afectaría gravemente este intercambio.

Francisco Abarca1, Carlos A. López González2, Jorge Servín3 y Enrique Martínez-Meyer4
1Director del Programa Internacional de Vida Silvestre del Arizona Game and Fish Department,
2Universidad Autónoma de Querétaro
3Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco
4Instituto de Biología, UNAM

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