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Organismos pelágicos del norte de Quintana Roo

Rafael de la Parra Venegas y Beatriz Eugenia Galván Pastoriza

Los organismos pelágicos en el ecosistema marino al nor­este de Quintana Roo, por su diversidad y hábitos alimenticios, pueden ser considerados como un indicador biológico para evaluar dicho ecosistema. En efecto, mientras algunos de ellos, como los odontocetos, los tiburones mako y los “picudos” (pez vela y marlín), están cerca de la cúspide trófica como consumidores secundarios y omnívoros, en otro nivel trófico se encuentran los grandes elasmobranquios, como la mantarraya y el tiburón ballena que son filtradores y consumidores de plancton.

La presencia temporal de algunos de estos organismos está dada por las condiciones del ambiente y la disponibilidad de alimento. Otros parecen tener una población residente durante casi todo el año. Es por tanto de suma importancia considerar a este ecosistema como un ente conectado y que evoluciona de acuerdo a las condiciones climáticas y medioambientales, brindándonos la oportunidad de apreciar la sucesión estacional de sus componentes bióticos.

 

Tiburón ballena

Entre 2000 y 2002 inició el desarrollo del turismo de interacción con el tiburón ballena, ya que en el verano se presenta una agregación que involucra hasta varios cientos de ellos. Entonces no se tenía ninguna regulación, ni se seguía código de conducta alguno: era común encontrar un tiburón con hasta nueve personas literalmente colgadas de él. La mayor atracción para los turistas era poder ser remolcados sosteniéndose de la primera aleta dorsal de un tiburón ballena. Y aun si éste se sumergía, continuar aferrados por algunos instantes.

No había ningún límite respecto al número de personas dentro del agua, ni cuántas personas por embarcación se permitían. A duras penas se acataban las disposiciones de seguridad determinadas por la capitanía de puerto. Hoy las cosas son muy diferentes.

 

El turismo de observación y nado con tiburón ballena

La observación y el nado comenzaron oficialmente en 2003, cuando prestadores de servicios turísticos de isla Holbox y de Chiquilá, acudieron a la zona de agregación de cabo Catoche. Al mismo tiempo, otros procedentes de Cancún y puerto Juárez realizaban sus actividades al norte de isla Contoy, mientras que los de isla Mujeres ya preferían la zona de “aguas azules”, al noreste de esta isla, también conocida como “afuera”.

Desde un principio se estableció un código de conducta, como sucede en otras partes del mundo, con más de 15 reglas que podrían resumirse como la actitud de respeto hacia el tiburón ballena.

En 2004, unas cuantas embarcaciones de cada comunidad fueron autorizadas por parte de Semarnat, pero para 2007 ya se había autorizado más de 100 embarcaciones. Actualmente, más de 240 poseen autorización para realizar el “aprovechamiento no extractivo”. Afortunadamente, la presencia diaria de embarcaciones que cuentan con autorización no es mayor a 96. Aunque es común la presencia de algunas sin autorización y de yates privados.

Mediante conteos aéreos y en superficie realizados en los últimos cinco años, no se han registrado a la fecha más de 100 embarcaciones a un mismo tiempo. Esta actividad que se inició como ecoturismo y hoy “masificada”, se desarrolla a partir de las siete de la mañana y prácticamente finaliza a mediodía. La actividad representa una manera legal y decente de hacerse de ingresos para más de 750 empleados directos y la mayoría no labora por más de dos horas. El cúmulo de beneficios indirectos involucra a los rubros de transporte, alimentación, hospedaje, promotores, agentes de viajes, vendedores de artículos diversos y souvenirs, lo cual constituye una derrama multimillonaria que beneficia a todo el estado, sin extraer o sacrificar a un solo animal.

Una actividad de cuatro a seis horas produce ingresos para una gran cantidad de particulares y consecuentemente para los municipios y el estado de Quintana Roo. Por ello, deberían existir mecanismos para optimizar la conservación de este importante recurso y encontrar la mejor manera de realizarlo de manera sustentable.

 

Investigación y estudios

El monitoreo de tiburón ballena en México, se ha venido realizando básicamente en tres áreas: bahía de La Paz, Baja California Sur; bahía de los Ángeles, en Baja California, y el Caribe mexicano (isla Holbox, Chiquilá e isla Mujeres), en Quintana Roo. Actualmente, en la costa de Nayarit también se está impulsando el turismo de observación y nado con estos tiburones.

La contribución al conocimiento de la ecología de la especie ha sido bastante significativa, con más de 25 publicaciones científicas, dos planes de manejo y un tercero en proceso; la organización de al menos ocho talleres de evaluación, la realización de la 2ª Conferencia Internacional sobre Tiburón Ballena de 2008 en isla Holbox. Diez ediciones del Festival del Tiburón Ballena en isla Mujeres; la reunión nacional sobre tiburón ballena efectuada en bahía de Los Ángeles, Baja California, en 2010, y la Reunión Nacional sobre Conservación de Tiburón Ballena del Programa de Conservación de Especies en Riesgo (Procer) y de los Programas de Acción para la Conservación de Especies (PACE) en Ensenada, de 2014.

 

Ecología e hidrología donde se presenta la agregación

El conocimiento del hábitat relativo a la agregación más grande de tiburón ballena es esencial para determinar las relaciones en el ecosistema. Este alberga una gran biodiversidad. Y los componentes, físicos, químicos y biológicos deben ser estudiados y correlacionados con los factores oceanográficos y climáticos a fin de comprender estos eventos y tener un panorama integral de los procesos que determinan la productividad y desencadenan dichas agregaciones.

 

Ecoturismo

El desarrollo de las actividades turísticas ha sobrepasado cualquier expectativa y no debe considerarse más una modalidad de “ecoturismo”. Actualmente es el mejor ejemplo de turismo masivo y la escasa presencia de autoridades ambientales a menudo producen desorden lo cual puede representar una amenaza tangible. Y no solamente para el tiburón ballena y los cetáceos del noreste de isla Mujeres, sino de todo el ecosistema, y aun más: un peligro inminente para los propios visitantes.

 

Manejo y conservación

Las autoridades ambientales han sido rebasadas dramáticamente por el desarrollo desmedido y desordenado de las actividades turísticas en la región. Es indispensable establecer límites reales, viables y sustentables a este componente del desarrollo local y regional. De otra forma, el impacto a corto plazo puede llegar a ser de consecuencias irreversibles.

Durante los eventos arriba mencionados se ha expuesto el conocimiento generado mediante el desarrollo de los programas de estudio, conservación, manejo, educación ambiental e investigación.

La investigación y estudio del tiburón ballena se realiza en un esquema de colaboración interinstitucional y multidisciplinario, abarcando no solamente los de interés de la comunidad científica sino para incrementar el conocimiento de la biodiversidad en México. Igualmente, para la toma de decisiones acertadas por parte de los administradores de las áreas naturales protegidas y de la Dirección de Vida Silvestre sobre la conservación y manejo de la especie como recurso sujeto al aprovechamiento no extractivo mediante el turismo.

 

Tiburón mako

Estos tiburones son parientes cercanos del tiburón blanco, aunque más pequeños. A menudo se reconocen por su “ferocidad”, llegando incluso a atacar las embarcaciones de los pescadores. Por su bajo contenido de urea en su carne han sido objeto de una pesquería intensiva, disminuyendo así sensiblemente su población. La presencia de los makos de aleta corta (Isurus oxyrinchus), en la zona pelágica al norte de isla Mujeres, nos ha permitido comenzar un estudio sistemático de estos organismos, incluyendo genética, parásitos y telemetría satelital.

El atractivo que representa una actividad tan extrema con gran descarga de adrenalina, ha comenzado a incrementar la observación de estos impulsivos tiburones desde la protección de una jaula.

 

Tiburón toro

El más temido de los tiburones, por cuanto a la reputación que tiene de ser el que ha presentado más ataques contra los humanos. Su corpulencia y agilidad son motivo suficiente para cambiar la opinión que se tiene de estos organismos.

Pescados por décadas en la región, se libra ahora un conflicto entre los pescadores autorizados para extraer tiburones toro y quienes se dedican al turismo de observación mediante el buceo autónomo (SCUBA), con estos organismos.

Cuando las aguas del norte de Quintana Roo se enfrían durante el invierno, las hembras del tiburón toro se acercan a la costa, presumiblemente para buscar los sitios más protegidos para parir a sus crías. Si bien las agrupaciones pueden involucrar a algún macho juvenil, son básicamente hembras las que componen la mayoría de estos cardúmenes, incluyendo a juveniles no preñadas.

Conservacionistas y prestadores de servicios turísticos están llevando a cabo acciones para determinar las reglas y utilizar las mejores prácticas para la mayor seguridad posible. La adrenalina que hace fluir en cada buzo observador es suficiente para fomentar el creciente turismo de actividades extremas, procurando interesantes ingresos para playa del Carmen y Cozumel.

Estas actividades permiten a la vez el acercamiento para estudiar su comportamiento, obtener muestras y colocar dispositivos de rastreo acústico y de telemetría satelital, entre otros.

Rayas

Son los parientes “aplanados” de los tiburones. Generalmente se hallan asociados a la vida cercana al fondo del mar. Comparten prácticamente todas las características físicas con los tiburones, con la elongación de sus aletas pectorales convertidas en un “disco” que varía en tamaño, proporción y forma con cada especie.

Mantarrayas

Son los representantes más grandes del superorden Batoidimorpha (rayas) y se les considera como los más veloces dentro del grupo pues son potentes nadadores. Sin embargo, su natación parece más bien un vuelo ya que sus enormes aletas realizan al batir, un movimiento tan grácil como el de las alas de un ave. La fascinación por observarlas es ya un atractivo turístico de importancia mundial.

Se sabe que una gran parte del plancton que prefieren se encuentra a media agua o bien cerca del fondo. Pero es muy común observarlas en la superficie en grandes agregaciones, de hasta 400 individuos, cuando hay gran disponibilidad de alimento.

Raya dorada (nariz de vaca), “chuchas”

Con toda razón, la Rhinoptera bonasus ha ganado un sitio privilegiado entre los turistas especializados en observar y documentar las grandes migraciones. Estas rayas se agregan en enormes cardúmenes emulando escuadrones bien alineados, durante el verano al norte de la península de Yucatán. Se conoce que se alimentan mayormente en el fondo como sus parientes las rayas águila. Parecen “patrullar” la zona en formaciones de algunos cuantos individuos hasta varios cientos, lo cual atrae el interés de los turistas involucrados en la conservación. A menudo las observamos en la zona “azul” o “afuera” donde se agrega el tiburón ballena. Hemos documentado a las “chuchas” que se acercan para alimentarse de las heces de los tiburones.

Se conoce tan poco acerca de las rayas doradas, que hablar de una ruta migratoria nos parece aún aventurado. Es necesario realizar estudios de genética para distinguir la diversidad de especies existente, pues la agregación podría involucrar también a Rhinoptera brasiliensis.

Raya águila, “chuchos”

Conocidas localmente como “chuchos” (Aetobatus narinari), son espectacularmente llamativas pues presentan un patrón de los llamados carismáticos: con el dorso totalmente obscuro y manchas o puntos blancos en un agradable contraste a la vista. Poseen una larguísima cola y hasta cuatro estiletes defensivos. Aunque de hábitos alimenticios bentónicos (se alimentan en el fondo), son activos nadadores y frecuentes visitantes de los arrecifes coralinos. Su observación cautiva a miles de turistas subacuáticos en las zonas tropicales de todo el mundo.

Desafortunadamente, como sucede para muchos elasmobranquios, son objeto de las pesquerías. Su explotación en la costa de Campeche involucra inclusive la exportación.

Se ha especulado mucho acerca de su presencia en el Caribe mexicano y, sobre todo, lo referente a su reproducción, pues no está definida la temporada de cortejo-apareamiento, ni la de alumbramiento. Su aprovechamiento no extractivo es una solución comprobada y sustentable, con un gran potencial ya sea en viajes de superficie (snorkel) o buceo (SCUBA).

Rafael de la Parra Venegas
Beatriz Eugenia Galván Pastoriza
Ch’ooj Ajauil, AC
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