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Sobreexplotación de arenas y gravas afecta la disponibilidad de agua

Adriana Álvarez Andrade y Alicia Ravelo García

Formadas por procesos erosivos durante miles de años, la arena y la grava se están extrayendo actualmente a un ritmo mucho mayor que el de su renovación. La extracción de arenas y gravas tiene un impacto en los niveles freáticos, la turbidez del agua, la biodiversidad, el paisaje y el clima; también hay consecuencias socioeconómicas, culturales e incluso políticas. La ausencia de datos globales sobre su extracción hace que sea difícil evaluar su impacto ambiental en los procesos geohidrológicos que determinan la disponibilidad de agua (ver la tabla).

La extracción y el aprovechamiento de los materiales pétreos de los cauces de arroyos de Ensenada, Tijuana y Tecate se ha incrementado desde hace varios años como consecuencia del lucrativo mercado de exportación generado por las restricciones para la explotación de arena en el estado de California (EUA) en los años 90.

Según datos de los Anuarios estadísticos de la minería mexicana de los pasados 10 años, Baja California pasó de producir 1 millón 329 toneladas en 2008 a 21,299,489.84 en 2009, con volúmenes de producción similares hasta 2014.

En la misma proporción, el valor de la producción en Baja California pasó de $126,486,745.20 en 2008 a $2,107,761,101.05 en 2009 en pesos corrientes, con valores similares hasta 2014.

Esto es, el volumen y el valor de la producción tuvieron un incremento del mil 503 por ciento y de mil 566 por ciento, respectivamente, a pesar del desplome histórico del 6.1 por ciento del producto interno bruto (PIB) en la industria de la construcción, que ese mismo año se manifestó debido a los problemas económicos que la crisis hipotecaria de Estados Unidos provocó en México.

Un incremento en esa magnitud no puede tener otra explicación que la exportación legal o ilegal, tal como ha sido reportado por diversas fuentes periodísticas.

Aunque las divisas obtenidas por la exportación de arena sean de importancia significativa, es esencial vigilar que la extracción no genere desequilibrios en la disponibilidad de agua.

La extracción de pétreos y sus efectos

El acuífero Las Palmas, ubicado en el noroccidente de la península de Baja California, cubre una superficie de 2 mil 298 km². El valle donde está enclavado (la cuenca del arroyo Las Palmas) es una de las cuatro subcuencas que alimentan al acuífero de Tijuana y aporta agua a la presa Abelardo L. Rodríguez.

En 2002 se le consideraba un acuífero en equilibrio, en el que ya no existía volumen disponible para nuevas concesiones. Actualmente, presenta un déficit de aproximadamente 3.5 millones de m3 al año, según la actualización de la disponibilidad media anual del acuífero (DOF, 20/04/2015).

Esta evidente sobreexplotación hídrica no ha implicado mayores controles sobre la explotación de arenas y gravas del lecho del arroyo, lo cual agravó el abatimiento de los niveles piezométricos.

De acuerdo con los datos obtenidos principalmente del Registro Público de Derechos de Agua (Repda), actualmente existen seis concesiones autorizadas por la Comisión Nacional de Agua (Conagua) a lo largo del arroyo Las Palmas, en los municipios de Tecate y Tijuana, las cuales se encuentran dentro del cauce.

Los datos de las concesiones indican que se extraen, entre arena y grava, aproximadamente 16 millones 235,628.87 m3/año de una superficie de 1 millón 186,912m2 de un tramo del arroyo de aproximadamente 25 kilómetros de largo. Los periodos de concesión van de cinco a 10 años, con un promedio de 10 años, con dos concesiones que sobrepasan el promedio; una concesión de 17 y otra de 30 años de duración.

Los factores que determinan la recarga

Una serie de factores se ven afectados por la extracción de grava y arena:

Clima. El grado de aridez y cercanía al mar provocan que la recarga del acuífero sea escasa, dependiendo principalmente de que las lluvias de invierno se presenten en cantidad suficiente. Las temperaturas cálidas facilitan la evaporación media mensual. Esta varía desde los 88 mm en enero hasta casi 257 mm en julio, anualmente alcanza una acumulación media de mil 953 mm.

La precipitación promedio anual, según la estación Las Palmas, es de 219 mm (Conagua, 2002). Estas características, aunadas a las excavaciones profundas por extracción de arenas y gravas, limitan la recarga y facilitan la evapotranspiración del agua que ha quedado descubierta.

Unidades hidrogeológicas. El intemperismo, la erosión y sedimentación generaron materiales que rellenaron las depresiones, en donde se alojan ahora los materiales capaces de almacenar y trasmitir el agua. Sin embargo, esos mismos materiales son explotados por su valor económico, disminuyendo la capacidad de almacenaje del acuífero.

Profundidad de niveles estáticos. Se ha documentado un descenso del nivel freático en la zona del río, debido a las extracciones de arena, además de la afectación en la evapotranspiración y contaminación del nivel freático por las excavaciones profundas debido a la extracción de arena.

Resumen de las principales consecuencias de la extracción de agregados

Biodiversidad

Impactos en sitios de extracción y ecosistemas relacionados (flora y fauna riparia y del estero del río Tijuana)

Pérdidas de sedimentos

Tanto en el interior como en la costa a través de la erosión

Función hidrológica

Cambio en los flujos de agua, regulación de inundaciones y corrientes marinas

Suministro de agua

A través de la disminución del nivel freático y la contaminación

Infraestructuras

Daños a puentes, terraplenes fluviales e infraestructuras costeras

Clima

Directamente a través de las emisiones del transporte, indirectamente a través de la producción de cemento. Alteración del microclima por modificación del ciclo hidrológico.

Paisaje

Erosión costera, cambios en estructuras deltaicas, canteras, contaminación de ríos

Eventos extremos

Disminución de la protección contra eventos extremos (inundación, sequía, marejada ciclónica)

Fuente: elaboración propia, datos tomados de UNEP, 2014.

Conclusión

Si el arroyo Las Palmas permanece sano y no erosionado, se asegura la recarga de los acuíferos de valle de Las Palmas y Tijuana. Al mismo tiempo, se garantizaría su función de filtro o humedal de tratamiento, de tal manera que las aguas, las zonas costeras y las subterráneas recibirán menores cargas de contaminantes. Es la gran tarea que debemos llevar a cabo de manera inmediata.

Adriana Álvarez Andrade y Alicia Ravelo García
Escuela de Ciencias de la Ingeniería y Tecnología, UABC
Correo-e: [email protected]