¿Alguien aún se acuerda de la enfermedad de las “vacas locas”? — ecologica
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¿Alguien aún se acuerda de la enfermedad de las “vacas locas”?

Ya han pasado 25 años desde que se registrara el primer caso de la enfermedad de las vacas locas. Hoy sabemos que el patógeno responsable de esta enfermedad es el prión, una proteína capaz de infectar a los humanos a través del consumo de carne de res. Este síndrome suscitó un gran interés social y político en la década de los 90, pues se calcula que hasta un millón de cabezas de ganado pudieron verse afectadas por la enfermedad –podríamos hablar de epidemia.

La conocida como enfermedad de las vacas locas es una encefalopatía espongiforme: afecta al cerebro y al sistema nervioso progresivamente, formando una infinidad de pequeños agujeros a su paso que le confieren aspecto de esponja –de ahí el término.

Las encefalopatías espongiformes afectan tanto a los seres humanos, como el Kuru o la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), como a los animales: scrapie en ovinos o la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en vacas. Una de las características en común de todas estas enfermedades es que son transmisibles y que, aunque tienen un periodo de incubación muy largo (incluso de décadas), una vez diagnosticadas evolucionan fatalmente en pocos meses.

Algunas encefalopatías aparecen esporádicamente, otras son debidas a la herencia genética. Y por último, están las adquiridas, normalmente transmitidas a través de la cadena alimenticia. Es decir, las personas afectadas se infectan a través de la carne de un animal infectado.

Pero, ¿cómo pudieron las vacas contraer la fatídica enfermedad? Lo más sorprendente es que la encefalopatía espongiforme no tiene su origen en las vacas, sino en las ovejas y cabras. En realidad, las vacas son víctimas, igual que las personas, de una contaminación alimentaria.

En Gran Bretaña es frecuente que las ovejas sufran una encefalopatía llamada tembladera o scrapie. Se trata de una enfermedad priónica, es decir, que se basa en el contagio y transmisión de los priones, encargados de degradar las neuronas hasta su muerte. El nombre en inglés, scrapie, se deriva de uno de los síntomas de la enfermedad, donde los animales afectados se frotan de manera compulsiva contra rocas o los árboles.

El nombre en español, tembladera, se deriva de otro de los síntomas de la enfermedad: las ovejas tiemblan de manera incontrolable. Esta enfermedad, conocida desde 1732, no es transmisible a los humanos.

Las investigaciones descubrieron que la aparición del síndrome de las vacas locas (EBB) estaba relacionada con un cambio en la fabricación de los piensos que se hacían con huesos y restos de animales terrestres, entre ellos, cabras y ovejas. Hacia 1981-1982, buscando el ahorro en la producción, se había reducido la temperatura y el tiempo a que se sometían los restos animales. Se descubrió que la “tembladera” se había transmitido al emplear los sesos de cordero para las harinas del pienso de las vacas. El cambio hizo que los agentes infecciosos no fueran destruidos y contaminaran los piensos.

El mal de las “vacas locas” no ha desaparecido, pero está bajo control. Ha caído el número de animales enfermos en el mundo gracias a los sistemas de control en la alimentación de rumiantes.

Todo empezó por la preparación de las harinas elaboradas con carne y hueso animal en el Reino Unido. Ya están prohibidas. Y desde el 2001 es obligatorio analizar los casos sospechosos del ganado vacuno destinado al consumo humano.