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Las pandemias del pasado

Fue Italia el primer país europeo en sufrir las consecuencias más duras de la pandemia de coronavirus. El gobierno decidió declarar la cuarentena y cancelar todos los actos que implicasen aglomeraciones de personas, como el tradicional carnaval de Venecia.

Una de las ciudades más frecuentadas por el turismo, vio de repente vacíos sus populares canales. Pero en cambio, en marzo se distinguían por sus aguas cristalinas llenas de las más diversas especies acuáticas. Por primera vez en cientos de años estaban limpias y las aves reposaban tranquilamente por donde tradicionalmente van las góndolas con turistas o mercancías.

Cinco meses antes, en noviembre, la ciudad-museo vivió una de sus peores crisis con la mayor inundación en 50 años. Una muestra más que la naturaleza cobra cuando menos se piensa los daños que le causan las actividades humanas en sus más diversas expresiones.

En otra parte del mundo, China, el confinamiento y el cierre de las actividades industriales ordenadas por las autoridades, trajeron como fruto la baja en las emisiones de dióxido de nitrógeno. No está de más señalar que el gigante asiático y Estados Unidos generan más de la mitad de los gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.

Esa disminución de contaminantes por la pandemia se observó también en Europa y América. Y en México, por supuesto, como lo señalan las cifras relacionadas con la calidad del aire en la capital del país, Guadalajara, Monterrey, Puebla, León y Toluca, por ejemplo.

Agreguemos que las más diversas especies de animales se pasearon con toda libertad por las calles y cercanías de ciudades de todo el planeta. Los habían desterrado el crecimiento urbano, el ruido, la contaminación, las multitudes, la intolerancia, la agresividad. Regresaban a sus antiguos hábitats.

Pero con el regreso paulatino a la normalidad, la contaminación se ha disparado en todo el planeta. Esto, mientras diversos informes señalan que la contaminación es un factor importante a la hora de medir los riesgos de contagio por el nuevo virus. Y que por las medidas adoptadas por los gobiernos para detener la pandemia, se abusa de los recursos naturales.

Todas las epidemias padecidas por la humanidad han generado cambios drásticos en diversos campos: en las creencias religiosas y la importancia de la ciencia; en la conformación de nuevas relaciones sociales y económicas; en la ocupación del territorio; en las costumbres. En fin, en todo lo que tiene que ver con la vida de la población sobreviviente.

Este número de La Jornada Ecológica lo dedicamos precisamente al análisis de las principales epidemias que precedieron a la que ahora soporta el planeta. Destacamos la peste negra; las que sufrieron los pueblos originarios de México antes del arribo de los conquistadores españoles; la que estos trajeron; la llamada “gripa española”; la de la fiebre aftosa en México; la del 2009 y otras más.

Y como punto clave de la negligencia de los gobiernos mexicanos en cuanto a estar preparados contra las epidemias, reproducimos lo que hace 11 años se publicó en La Jornada sobre el origen de la que puso de cabeza al país y parte del planeta en ese entonces: la gripe A/H1N1, también llamada “porcina”.

La pandemia actual dejará experiencias invaluables para que la humanidad entienda que llegó a su fin el modelo económico y social vigente, depredador de recursos y causante de la marginación en que viven miles de millones de habitantes.