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Retos de la educación ambiental en la escuela básica mexicana

Teresita del Niño Jesús Maldonado Salazar

Ante la crisis de civilización, el avance del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad es necesario dar mayor visibilidad y apoyo a la educación ambiental para formar ciudadanos críticos, capaces de transformar el orden económicosocial vigente y con ello salvaguardar la vida.

Educar ambientalmente supone potenciar la reapropiación de la cultura, la naturaleza y la construcción de nuevos derechos y responsabilidades individuales y colectivas. Esto implica cambiar los valores y visiones de mundo que sustentan el modelo de desarrollo imperante.

La educación ambiental está llamada a plantear un proyecto civilizatorio diferente a través de una formación política que propicie una amplia participación ciudadana en la construcción de nuevas realidades más sustentables.

Parte de una revisión crítica sobre el modelo de desarrollo y de la articulación con otras expresiones que buscan transformar no solo la educación sino la sociedad.

En México se debe impulsar una política pública de educación ambiental que facilite su incorporación en los distintos niveles del Sistema Educativo Nacional y que incluya metodologías y prácticas educativo-ambientales en los distintos ámbitos escolares, comunitarios y laborales.

En la educación ambiental escolar, el principal reto es la inclusión de la dimensión ambiental al curriculum. Cobra especial importancia en el nivel básico puesto que atiende a la población en una etapa trascendental en su formación, por lo que puede desempeñar un papel primordial para generar un cambio en los conocimientos, los valores y las actitudes desde una edad temprana.

Este artículo persigue abrir paso a la reflexión y a la construcción colectiva y enriquecer la práctica de la educación ambiental en el nivel básico; para tal fin se señalan algunos desafíos y retos que enfrenta.

Reconocer la complejidad del ambiente

La educación tradicional estudia la realidad de manera fragmentada; se requiere transformar ese esquema de conocimiento y motivar el acercamiento sistémico y complejo a la realidad. Frecuentemente la enseñanza de lo ambiental se limita a una simple y llana transmisión de conocimientos e información en torno a los procesos biológicos y físicos de la naturaleza.

La educación básica debe ayudar a que las y los estudiantes se acerquen al conocimiento del medio como sistema complejo, lo que supone articular las diferentes áreas del plan de estudios para que logren una lectura más integral y completa de la crisis ambiental.

Promover una visión crítica del modelo de desarrollo

Los libros de texto vigentes promueven un abordaje aislado y ahistórico de la problemática ambiental, aunque resulta esencial que las y los estudiantes reconozcan el carácter estructural de la crisis ambiental provocada por el modelo urbano-agroindustrial y la lógica coercitiva del mercado, así como la necesidad de transitar a la sustentabilidad, lo que implica reconocer los límites de la naturaleza, su valor intrínseco y la necesidad de gestar la democracia, la justicia y la equidad.

Promover una educación basada en valores

Para transitar a la sustentabilidad es necesario superar el antropocentrismo, el individualismo, el utilitarismo y el consumismo. Así mismo, infundir el respeto por todas las formas de vida, la interculturalidad, la solidaridad, la participación y el diálogo y la acción colectiva de las comunidades educativas.

Partir de la realidad local

La educación ambiental debe partir del reconocimiento de las características ecológicas, económicas, culturales y sociales del entorno local, y propiciar la comprensión de las interrelaciones ente el entorno global y el local. Sin embargo, en México, la educación básica se basa en un curriculum único, alejado de la realidad del entorno del estudiantado.

El reto es entonces construir propuestas diferenciadas acordes con las condiciones socioambientales locales y regionales, así como reconocer la relevancia de la cultura local, ya que la sustentabilidad debe promoverse al interior de las comunidades; organizadas para analizar su realidad, buscar soluciones y potenciar sus posibilidades de transformación para la mejora a través de la acción.

Se requiere una educación que favorezca el desarrollo del pensamiento crítico, que cuestione el paradigma de desarrollo, su modelo de producción-consumo y promueva la acción transformadora que trascienda la toma de conciencia y estimule la participación comprometida.

Incorporación transversal a los planes y programas

La educación ambiental se revela como un elemento dinamizador si se constituye en un eje que vertebre las asignaturas del curriculum.

Sin embargo, en la actualidad no se favorece la integración de los saberes necesarios para la construcción de los conocimientos y la comprensión de los problemas cotidianos.

En el currículum vigente en la educación básica, la educación ambiental ocupa un lugar secundario.

Fortalecer a la escuela como agente de cambio

Prevalece una práctica educativa disociada de la realidad atrapada en el tiempo y el espacio del aula. Es necesario que la escuela traspase sus muros y se abra para atender las necesidades de los diferentes grupos de la población y de sus contextos.

Así como favorecer una lectura crítica de la realidad a fin de que las comunidades educativas se involucren en acciones concretas para mejorar su entorno y el bien común.

Se precisa también un profundo cambio institucional, porque las escuelas del sector público vienen de una tradición administrativa autoritaria y rígida que podría obstaculizar superar este reto.

Otorgar centralidad a los educandos

La acción educativa debe promover que las y los alumnos asuman la responsabilidad en la construcción del conocimiento, reconozcan el valor de todas las formas de vida, interroguen los fenómenos de la naturaleza y mantengan viva su capacidad de asombro.

Empoderar a los docentes

Para que la educación básica contribuya a la sustentabilidad es imprescindible que las y los docentes asuman los complejos desafíos que plantea la crisis ambiental, que conozcan la problemática y se impliquen en ella y que sean capaces de abrir espacios de reflexión y de concreción de actividades que contribuyan al logro de aprendizajes.

La educación ambiental tiene una visión de esperanza, que crece y se reconstruye en cada niño y niña en el presente incierto, a partir de su gran potencial para transformarlo a través de una acción colectiva comprometida.

Aun en tiempos de crisis profunda, de nuevas condiciones históricas que transforman las maneras de trabajar, sentir y pensar, las comunidades pueden explorar por sí mismas las inagotables posibilidades que ofrece el compromiso para contribuir a la construcción de la sustentabilidad y la de un mundo mejor.

Para lograrlo es impostergable que las autoridades educativas y ambientales se comprometan en esta tarea con un sentido de verdadera urgencia. De este tamaño son los retos. Ojalá sociedad y gobierno estén a la altura para hacerlo.

Teresita del Niño Jesús Maldonado Salazar
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