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Nuevo colonialismo de la basura ante la crisis plástica actual

Mariana Linares

La principal característica del material plástico es su ubicuidad. Para explicar el uso y la cultura que ha legitimado al plástico como un material indispensable en nuestras vidas, mencionaré algunos ejemplos.

La producción y consumo de los materiales derivados de combustibles fósiles se generalizó en las décadas de 1940 y 1950.

La industria petroquímica descubrió la polifacética condición química que permite dar al plástico diversas formas, usos, texturas, durezas y flexibilidad.

Los artículos fabricados por la industria petroquímica del plástico encontraron y crearon para el mercado múltiples aplicaciones para uso médico, laboral, escolar, deportivo, así como infinidad de artículos para el hogar, textiles y ropa, calzado, aparatos electrónicos, productos cosméticos, hasta llegar a fabricar plásticos desechables de un solo uso, como bolsas, vasos, platos, cubiertos, empaques, botellas, películas plásticas y un sin fin de productos para la vida diaria; hasta llegar al punto actual de la plastificación masiva.

Culturalmente, este material ha significado algo imprescindible para entender las formas del consumo moderno.

Desde 1953, la compañía Monsanto Chemical tenía una gran cantidad de productos químicos y plásticos derivados del petróleo para introducirlos en el campo de la construcción de viviendas.

Para ello, llegó a un acuerdo de colaboración y patrocinio con el Departamento de Arquitectura del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT); proyecto que consistía en la creación de un prototipo de casa de plástico, que pudiera producirse industrialmente y que incorporara las patentes de Monsanto.

Con este diseño se demostró la capacidad estructural y la capacidad formal que se podría obtener con piezas prefabricadas de plástico, con voladizos de hasta 4.80 metros y una capacidad de carga de 13 toneladas.

Durante una década, la casa plástica fue visitada por 20 millones de personas.1 Esta casa fue parte de las atracciones turísticas de Disneylandia, en Anaheim, California, y la llamaron paradójicamente la casa del futuro.

El mensaje del futuro estaba acompañado de un material sin igual, tóxico y prácticamente indestructible: el plástico.

El beneficio económico de la extracción, refinación y distribución de productos derivados de combustibles fósiles ha superado por mucho los intereses de la preservación de los recursos naturales, y ha dejado muy por detrás las consecuencias derivadas de la contaminación que provoca.

La paradoja de este material es que su funcionalidad y durabilidad lo ha convertido en un tipo de desecho tóxico que puede tardar hasta cientos de años en degradarse.

Recientes investigaciones de arqueólogos estadounidenses han señalado que el plástico puede ser considerado ya un material indicador de la época conocida como Antropoceno2.

La red mundial de Break Free From Plastic (BFFP) cada año realiza una auditoría para conocer cuáles son las compañías que más contaminan con sus desechos plásticos.

Para el pasado 2021, la Auditoria de Marca Global publicó la lista de megaempresas que generan el mayor número de basura plástica a nivel mundial, quedando dentro de los cinco primeros lugares: Coca-Cola, PepsiCo, Unilever, Nestlé y Procter and Gamble.

Esta clasificación da nombre a los principales contaminadores del planeta por plásticos. Aunada a toda esta problemática de contaminación por plásticos y sus desechos, está la pandemia que ahora vivimos en la que se reafirma e incrementa la tendencia hacia el consumo de productos plásticos de un solo uso.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido que este tipo de desechos son biológico-infecciosos, lo que representa un problema y un riesgo para el medio ambiente.

“De las 87 mil toneladas de equipos médicos de protección enviados como apoyo a distintos países ante la crisis de contagios por la Covid-19, el 75 por ciento terminaron en vertederos y mares.”3

El hito cultural del plástico ligado a la capacidad científica, química y comercial de desarrollar el material del futuro, es hoy una de las raíces de la catástrofe ambiental.

La crisis plástica afecta la salud humana provocando enfermedades como el cáncer y otros desórdenes del sistema endocrino relacionados al consumo no consentido de microplásticos y aditivos químicos tóxicos contenidos en los productos de uso diario y alimentos, como es la ingestión de especies marinas contaminadas con nanoplásticos invisibles al ojo humano.

La creciente producción del plástico es combustible para la crisis climática, en la que día a día experimentamos a través de cambios bruscos de temperaturas, altas sensaciones térmicas, aumento del nivel del mar, inundaciones, sequías, entre otras consecuencias propias del cambio climático.

Actualmente en los mares de nuestro planeta se han formado al menos “cinco islas de basura plástica ubicadas dos en el océano Pacífico, dos en el océano Atlántico y una en el océano Índico. La primera isla fue descubierta a finales de los años noventa”4. Su formación se debe a la acción de los giros oceánicos que atraen a la inmensidad de desechos plásticos acumulados producto del vertido contaminante de fuentes terrestres y costeras.

Es difícil catalogar los plásticos que se encuentran en estas islas por la erosión que sufren estos desechos. Pero estas islas de basura solamente representan un fragmento de la crisis del plástico que enfrenta el planeta debido a los hábitos de hiperconsumo, al incremento de su producción en la industria petroquímica, y a las fallidas estrategias frente a la gestión de residuos en el mundo. Ellas no están dirigidas hacia la reducción y eliminación del consumo de estos materiales.

Para documentar los efectos sociales, daños a la salud y medio ambiente de la crisis por la contaminación de plástico es imprescindible tomar en cuenta los impactos generados en cada etapa del ciclo de vida de estos materiales: extracción, refinación, producción, comercialización consumo y gestión de residuos.

Los reportes científicos que CIEL, GAIA, BFFP, IPEN comparten sobre la crisis del plástico a nivel global, muestran datos suficientes para afirmar que el plástico es un material tóxico, al igual que su reciclaje y que debe abordarse como tal.

Fortalecer la transparencia y divulgar en los medios esta información será la herramienta que nos permita tomar medidas responsables sociales y ambientales, frente a su producción, transporte, comercialización, consumo y desecho.

Una de las mayores dificultades para obtener datos estadísticos y dimensionar la contaminación plástica en México, es la falta de transparencia y acceso a la información.

Ello no limita que, con elementos académicos sólidos, se pueda afirmar que frente al escenario nacional de contaminación que tenemos por plásticos –cuyo promedio de reciclaje no llega al 10 por ciento– existe un incremento en las exportaciones de basura plástica que países ricos están enviando a muchos lugares de América Latina.

México no es la excepción; al contrario, somos el país con la mayor tasa de importaciones de esta basura en la región. El último reporte publicado por Fronteras Comunes y otras organizaciones presentes en esta Jornada Ecológica, “arroja que entre enero y agosto de 2020, llegaron 32 mil 650 toneladas a México.”5

Este nuevo “colonialismo de la basura” busca sustituir con los países de América Latina y el Caribe, el mercado que China cerró por la contaminación plástica y sus externalidades ya insostenibles. Por esta razón nos adherimos totalmente a la declaración pública de GAIA: “América Latina no es un basurero”. Y por ello rechazamos tajantemente el comercio transfronterizo de desechos plásticos en nuestro territorio6.

Entre los impactos sociales derivados de actividades como la petroquímica, se encuentran diversas anomalías sociales, como la criminalización de los movimientos sociales, y la censura mediática de las luchas por la defensa del territorio, la salud y justicia socio-ambiental.

La multiculturalidad de nuestro país comparte con la región latinoamericana luchas socio-ambientales lideradas por pueblos indígenas y campesinos. Ellos se han organizado para proteger sus territorios y sus bienes comunes, basados en la defensa de un sistema de usos y costumbres arraigado a cosmovisiones milenarias de comunidades indígenas.

No todas las luchas socio-ambientales son de pueblos originarios. Pero generalmente los movimientos son de comunidades vulneradas en diferentes esferas sociales donde el racismo ambiental se ejerce en México como un hecho impune.

Un caso documentado en México fue el desastre ambiental provocado por Pemex en Agua Dulce, Veracruz, el 24 de enero del 2005 por un derrame de nafta que generó una nube tóxica que mató muchos animales y provocó la evacuación de más de mil personas.7

Para quien quiera conocer más casos como éste de desastres químicos, petroleros y petroquímicos, no hay nada mejor que consultar el libro México Tóxico8.

1 López Martínez J.M., Aroca Vicente E., Tomorrowland. La casa del futuro en el país de los sueños. En https://repositorio.upct.es/bitstream/handle/10317/4452/tcf.pdf?sequence=1&isAllowed=y
2 L. Corcoran, J. Moore & K. Jazvac See, “An Antropogenic Marker Horizon in the Future Rock Record”, 24 (6) GSA Today 4, 4-8, (2014), https://www.geosociety.org/gsatoday/archive/24/6/article/i1052-5173-24-6-4.htm
3 Redacción ADN 40 “Los cubrebocas son ahora el principal enemigo del medio ambiente.” 7-feb-2022 en https://www.adn40.mx/salud/cubrebocas-covid-19-contaminacion-lmo
4 Recytranz, Islas de basura: cómo se forman y dónde están, 13-nov-2019 en https://www.recytrans.com/blog/islas-de-basura-como-se-forman-y-donde-estan/#prettyPhoto
5 Acción Ecológica, Academia Mexicana de Derecho Ambiental, Asociación Ecológica Santo Tomás, Fronteras Comunes, Greenpeace, GAIA, LIDECS. Cuando la Basura Plástica nos alcanzó y nos rebasó. Escenario mexicano frente a la entrada en vigor de la Enmienda de Plásticos del Convenio de Basilea: Claves, aproximaciones y alternativas para entender y enfrentar la crisis por contaminación plástica. En http://www.fronterascomunes.org.mx/pdf/GAIA-v11-HiRes.pdf
6 GAIA. Declaración pública. América Latina no es basurero. https://www.no-burn.org/declaracion-publica-rechazamos-comercio-transfronterizo-de-desechos-plasticos/
7 Jacott, M., “Los desastres de PEMEX” 2005, en Greenpeace México, publicación trimestral, Primavera- Boletin no. 31. Versión impresa.
8 Albert L., Jacott. M., México Tóxico. Emergencias Químicas. Siglo XXI Editores. 2015. Versión impresa.

Mariana Linares
Socióloga creativa e investigadora; colabora en Fronteras Comunes
y es coordinadora del Punto Focal en México de Break Free From Plastics #LibérateDelPlástico
Correo-e: [email protected]