Contra la despenalización del aborto*
Leticia González Luna*
Señores Ministros:
Gracias por escuchar las voces de cualquier mujer, de cualquier ciudadana que ha apostado su vida por la vida. Las defensoras de la salud reproductiva, del derecho a la salud sin discriminación para poder ser padres en condiciones de higiene y seguridad, apoyamos las acciones de inconstitucionalidad en contra de la ley que legaliza el aborto hasta la 12ª semana en el D. F., promovidas por la CNDH, así como por la Procuraduría General de la República.
Fuera de algunos grupúsculos con intereses muy particulares, la sociedad civil organizada se suma a la Demanda en Acción de Inconstitucionalidad que señala: la reforma a los artículos 144, 145, 146 y 147 del Código Penal para el D. F. es inválida. Solicita la invalidez del art. 48 del Código Penal parta el D. F. y el Art. 16 Bis 7 de la Ley de Salud para el DF. Esos artículos reformados según el Decreto publicado en la Gaceta Oficial el 26 de abril del 2007, contravienen el derecho consagrado en el artículo 22, 123 Apdo. A, Frac. V y XV, y Apdo. B. Fracción XI, inciso c), y otros allí citados.
Sres. Ministros: los derechos fundamentales son los derechos humanos comunes a todos, pues todos compartimos la misma naturaleza. Tales derechos debieran acompañar toda la vida del ser humano, desde el comienzo de su existencia (fecundación), hasta la muerte natural, sin que fuera admisible ningún condicionamiento para su goce, como podría ser el haber nacido o tener autonomía propia. De cualquier forma, los derechos humanos son el reflejo jurídico de la dignidad humana.
Cuando se reflexiona en los derechos humanos, es indispensable precisar que el ser humano es un ser libre y que ser libre no es lo mismo que ser autonomía absoluta. La idea generalizada de que el hombre o mujer conciba que él o ella es libertad, sinónimo de libertad, en el sentido de convertir en ley propia sus deseos y caprichos, es funesta en el campo jurídico. Esto porque la persona que considera que es autonomía absoluta, sin miramiento alguno niega la personalidad jurídica o la capacidad de adquirir derechos a los seres humanos que no son autónomos, es decir, a aquellos que no se valen por sí mismos, lo cual es discriminatorio.
El más elemental principio de justicia, sostén de los derechos humanos, indica que cada ser humano – sin distinción de raza, sexo, etnia y, del mismo modo, sin distinción de edad, estatura, fase de desarrollo o condición de dependencia tiene derecho a la plena protección de la ley para preservar el primer bien del que es poseedor: la vida. Todos sabemos que la vida no es un derecho, sino el fundamento de todos los derechos, toda vez que sin vida no hay nada que el ser humano pueda ejercer: Por lo tanto, no debiera ni siquiera estar contemplada como un derecho en ningún código o constitución. Pero dadas las circunstancias, parece conveniente que ahora, los ciudadanos exijamos que de nuevo, esta idea sea plasmada expresamente en la Constitución, para que no quede duda respecto la universalidad de la ley y no atentar contra el Estado de Derecho.
La legislación que permite el aborto, niega, de manera automática, las protecciones legales elementales contra el homicidio deliberado que una persona cualquiera quisiera para sí misma. La pena de muerte en México no existe como lo señala expresamente el artículo 22 de la Constitución, ni siquiera para asesinos o secuestradores. La Constitución no señala que sí la haya para los gestantes hasta las 12 semanas o las veinte.
La indiferencia ante la violencia favorece al poderoso y perjudica al indefenso. Una sociedad que discrimina o no reconoce a algunos seres humanos como tales, se autodestruye. La base de toda sociedad es la justicia, justicia que parte de la igualdad humana. La función de la ley es proteger la vida, en primer lugar, y en segundo lugar es proteger al débil.
El Estado siempre deberá defender y promover la cultura de la solidaridad y la subsidiaridad mediante la creación de las condiciones necesarias para que todos los seres humanos, desde la concepción hasta la muerte natural, incluidas las mujeres embarazadas en situación difícil o de desamparo, puedan desarrollarse integralmente, y en su caso, llevar a buen término su embarazo, tal y como, durante la Sesión Plenaria de la Cumbre por la Infancia, en mayo del año 2002, México ratificó que desde el momento de la concepción el ciudadano es sujeto de todos los derechos, como se infiere, además de los citados, de los artículos 1º, 4º y 22 de la Constitución.
En México existe una jerarquía de normas jurídicas, en la que la tutela al derecho a la vida se encuentra por encima del ejercicio de la libertad y otros posibles derechos. No se concibe el ejercicio de las garantías individuales sin que previamente exista un ser humano vivo que las pueda disfrutar, tal y como lo ha definido la Suprema Corte de Justicia de la Nación en las jurisprudencias 13/2002 y 14/2002. Por lo que, de existir algún conflicto entre derechos, prevalece el de la vida.
En el Art. 123 Constitucional, apartado A fracción XV, se establece como garantía la protección a la vida que hace el estado mexicano y que esta protección debe hacerse al producto de la concepción. Señala de manera explícita la garantía a la vida desde el momento de la concepción. Por ello, y en aras de la ética profesional, los exhorto a que declaren inconstitucional toda reforma que atente contra la vida.
A través del artículo tercero transitorio de los arts. 30, 32 y 37 de la Constitución el propio ORGANO ENCARGADO DE CREAR Y REFORMAR la Constitución, esto es, el Poder Constituyente le otorgó derechos al concebido.
Decir que el concebido no es sujeto de derechos y por tanto no es Persona no cambia la realidad, esto es, de manera textual dicho artículo transitorio le otorgó derechos a “…los concebidos…” luego al ser para el Constituyente SUJETO DE DERECHOS ES VALIDO DECIR QUE PARA LA CONSTITUCIÓN EL CONCEBIDO ES UNA PERSONA.
La nacionalidad es un atributo de la persona la Constitución hace al concebido sujeto de derechos por lo que la Constitución reconoce que el concebido es persona.
Señores Ministros, ratifiquen el derecho a la vida proclamado en el artículo 3 de la Declaración Universal de los derechos humanos. En la defensa de ese derecho, apliquen el principio de no discriminación solemnemente proclamado en el artículo 2, donde dice que los derechos y libertades enunciados en la Declaración corresponden "a todo individuo... sin distinción ninguna por motivos de raza... o de otra condición".
Recordemos que una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia, puesto que sin una verdad última que guíe y oriente la acción política, las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder y de lucro.
La voluntad de omnipotencia es el origen de las injusticias que han llenado de sangre la historia humana. En ese sentido, Hitler, Stalin y Mao compartían ideas muy parecidas y las llevaron a la práctica con una malignidad que produjo millones de víctimas inocentes. No es de extrañar que los tres, en modos distintos, también fuesen promotores del aborto.
Esas mismas ideas están presentes entre los actuales defensores del aborto porque pretenden eliminar completamente cualquier voz que pueda contradecirles. Desearían que nunca hubiera nacido nadie capaz de denunciar la injusticia de esta práctica.
La voluntad de omnipotencia será vencida cuando dejemos un espacio al amor. Sólo el amor nos enseña a respetar al ser humano por lo que es, aunque sea “imperfecto”, aunque tenga ideas distintas de las mías, aunque “llegue” en un momento difícil para la vida de la mujer.
Es urgente abrirnos a la justicia y construir un planeta capaz de acoger a todos. Hacen falta mil voces que griten, que defiendan, que hablen por los marginados, los enfermos, los ancianos, los pobres, los no nacidos. Entonces empezaremos a construir un mundo más solidario y más bueno. Un mundo humano donde ninguna mujer provocará la muerte de su hijo, y donde todo hijo podrá dar gracias a su madre por haberle ofrecido, con su cuerpo y su corazón, respeto y, sobre todo, amor.
Se trata de un tema estrictamente jurídico, que está rodeado de conflictos. Y bastantes de esas dificultades lejos de ser verdaderamente legales o científicas, son meramente ideológicas. ¿Qué podrá más, el Derecho o la ideología?
En sentido estricto, a la SCJN sólo le corresponde dictaminar si la ley promulgada por la Asamblea Legislativa del DF es conforme o no con la Constitución Política de nuestro país. No se trata de que el Tribunal Constitucional “escoja” entre dos posturas, o diga cuál de ambas tiene razón. Más bien la Suprema Corte, como máximo e inapelable intérprete de la Constitución, tiene como finalidad declarar si la acción de anticonstitucionalidad de esta ley del aborto procede o no. Éste es el verdadero centro del debate, y es de orden estrictamente jurídico.
En su intervención, el Procurador Eduardo Medina Mora explicó que la vida del ser humano es el más elemental de todos los derechos, y que del reconocimiento de este derecho y de su protección depende la existencia de cualquier otro y la realización misma de la persona. Argumentó que, desde 1917, la vida estuvo protegida en el artículo 14 constitucional.
Recordó que a partir de la reforma constitucional publicada el 9 de diciembre de 2005, el más fundamental de los derechos fue ampliado y protegido absolutamente con la prohibición total de aplicar la pena de muerte, y citó el dictamen en el que se fundamentó esta ampliación: “La protección de la vida de un ser humano es considerada como la más elemental de las defensas, puesto que de la vida deriva todo el potencial de desarrollo y realización de la persona”.
El Procurador también recordó la exposición de motivos que dio origen a la reforma, la cual dice literalmente que “es la vida el patrimonio más valioso que tiene la humanidad. El grado de civilización de las sociedades es directamente proporcional al respeto que en ellas se tiene por la vida”.
Por su parte, José Luis Soberanes, Ombudsman nacional, argumentó también jurídicamente, y se apoyó en un dato científico: “El hecho de que su hijo se encuentre dentro de su vientre (de la madre) no le otorga (a ella) el derecho a disponer de él, pues no se trata de su cuerpo, sino de un ser humano genéticamente distinto a ella. La existencia de un ADN diferenciado lleva a concluir que se trata de dos seres distintos, sin que uno pueda legítimamente disponer de otro”.
Un óvulo no fecundado tiene una capacidad de sobrevivencia muy limitada: unos cuantos días. Muere y por tanto es arrojado de la matriz al final de cada ciclo menstrual.
En cambio, si es fecundado, ese óvulo puede vivir 70 u 80 años (y en algunos casos hasta más de 100). Dicho óvulo, que tenía sólo 23 cromosomas, al ser fecundado asimila inmediatamente los 23 cromosomas del espermatozoide que lo fecundó, ¡y pasa a tener 46 cromosomas, con toda la información genética de una nueva persona humana! Y esa información genética le da tal fuerza vital que lo lleva progresivamente –a menos que se le mate– a desarrollarse en cigoto, mórula, blástula, gástrula, embrión, feto, bebé, niño, muchacho, adolescente, adulto, anciano y cadáver: todo ello en un proceso maravilloso que nunca nos cansaremos de admirar.
Y tal proceso maravilloso, que se llama vida humana, ha de ser respetado, cuidado y defendido por todos los demás seres humanos (especialmente los padres, los médicos, y los gobernantes).(1) Y quien atenta contra ese proceso maravilloso destruye lo más noble y digno que existe en el universo.
Estas afirmaciones son rigurosamente científicas, demostrables y comprobables… a menos que se quiera negar la evidencia (lamentable capacidad que tenemos los seres humanos y neciamente ejercemos tantas veces). Así lo afirman también prominentes científicos, que han sido acallados por no querer secundar las campañas abortistas.(2)
También como médico he constatado muchas veces los profundos estragos fisiológicos, y más todavía, espirituales y psicológicos que deja el aborto en las mujeres que lo realizaron y en quienes colaboraron con ellas. Es lógico, pues todas esas personas siguen llevando en su conciencia el dolor de haber dado muerte a un inocente con toda premeditación, alevosía y ventaja.
A este propósito, transmito un elocuente testimonio, firmado –¡nada menos!– que por doce Premios Nobel:
“Nosotros, ganadores del Premio Nobel, compartimos con Alfred Nobel su preocupación porque la ciencia sea beneficiosa para la humanidad.
“La ciencia ha proporcionado grandes bienes y nosotros esperamos que continúe proporcionándolos en adelante.
“Sin embargo, el conocimiento científico se ha aplicado en ocasiones de forma absolutamente indeseable, como en la guerra, por ejemplo, al tiempo que su utilización para fines buenos puede tener efectos secundarios inesperados que no son deseables.
“Además, la soberbia intelectual que la ciencia ha proporcionado ha cambiado la idea que la humanidad tiene de sí misma y de su lugar en el universo, lo que ha llevado a los seres humanos a un empobrecimiento espiritual y a un vacío moral.
“Creemos que los científicos deben tener una especial sensibilidad ética y estamos deseosos de derribar la tradicional barrera –o incluso oposición– entre la ciencia y la religión.
*Titulo de la redacción
**Vicepresidenta de Voz Pública A. C.
No nos rasguemos las vestiduras cuando las noticias nos hablen de terrorismo, bombas, decapitados, drogas, etc. cuando nosotros mismos atentamos contra lo más sagrado que existe: la vida.
Nos escandalizamos cuando se habla de pena de muerte. Lloramos y nos indignamos cuando nos enteramos de secuestros y asesinatos de civiles inocentes, sean niños, mujeres, ancianos. Pero tratándose del tema de un no nacido, ni nos conmueve ni nos importa.La falta de amor acabará por destruir a la sociedad. Me gustaría que las personas que promueven el aborto le preguntaran a aquellos que, por desgracia, han perdido un hijo ya sea antes o después de nacido, o que se los han secuestrado o robado, qué opinan sobre el aborto. Mientras unos darían su vida entera por recuperar al hijo perdido, otros lo asesinan antes de que pueda ver la luz.
Si quieres tener relaciones sexuales, utiliza un método anticonceptivo, para que no concibar un ser inocente, que al no estar dentro de tus planes, lo desecharás como algo inservible. Aprovecho este espacio para invitar a todos aquellos que quieran llevar flores o alguna veladora, al Panteón de Dolores, ahí hay un espacio para orar por los no nacidos y por todos aquellos que han sido cómplices en los abortos