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Interrupción del Embarazo desde la Perspectiva Juvenil

Aída Marín Acuapan**

Me presento el día de hoy ante ustedes como mujer joven habitante de esta Ciudad, también como integrante de Decidir, Coalición de Jóvenes por la Ciudadanía Sexual, colectivo conformado por mujeres y hombres jóvenes que trabajamos por que los embarazos sean deseados, seguros y elegidos y, en consecuencia, porque la interrupción voluntaria del embarazo sea una opción, accesible y de calidad. Pero sobre todo me presento hoy ante ustedes para dar voz a las y los jóvenes que estamos convencidas y convencidos de que la creación y consolidación de espacios de libertad, autonomía y respeto a la diversidad, en todos sentidos, pueden ser posibles en esta ciudad, en este país, en este mundo.

Por lo anterior, celebramos la oportunidad que ustedes han brindado a la sociedad al abrir las puertas de este recinto para escuchar las diferentes posturas respecto a la interrupción del embarazo, ya que esto representa un verdadero ejercicio de participación ciudadana y democracia.

Consideramos de vital importancia hablar ante ustedes desde la perspectiva juvenil, y más el día de hoy que se cierran las audiencias donde se ha discutido la constitucionalidad de las reformas que  despenalizaron el aborto hasta las doce semanas de gestación en el Distrito Federal; ya que durante mucho tiempo nosotros, los gobernados, mujeres y  hombres jóvenes, hemos sido negados e ignorados en los espacios de toma de decisiones, dejando de lado que somos actoras y actores estratégicos para el desarrollo de nuestra sociedad.

Aprovechamos este espacio, para  hablar desde nuestra experiencia, desde lo que enfrentamos día a día las y los jóvenes que habitamos en esta ciudad. Les hacemos entrega aquí de este testimonio valioso y valiente “donde mujeres jóvenes comparten su experiencia de interrupción de embarazo en un contexto de ilegalidad”.

Según el Conteo de Población y Vivienda 2005 de INEGI, las y los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad que habitamos en la Ciudad de México sumamos más de un millón y medio de personas y representamos el 17% del total de la población en la entidad. El 50% de este grupo somos mujeres.[1]

Las y los jóvenes actualmente nos enfrentamos a retos cotidianos diversos que tenemos que librar, y están estrechamente relacionados con las posibilidades que tenemos de acceder a una vida digna.

Desde la pobre educación que recibimos, hasta las frustraciones por el desempleo, pasando por la violencia institucional, familiar, emocional, sexual y social, la falta de servicios de salud amigables, accesibles y de calidad, la carencia de momentos y lugares de esparcimiento, el casi nulo acceso a la cultura, los constantes señalamientos violentos y discriminatorios que cuestionan nuestro actuar político y nuestras formas de vida, y los daños que a nuestras generaciones le ha ocasionado y le sigue ocasionando el deterioro ambiental, son algunos de los motivos que nos hacen buscar a nuestros pares y organizarnos.

Aunado a lo anterior, un tema  que creemos fundamental en la vida política y personal de las y los jóvenes, es el derecho a disfrutar la sexualidad, a decidir sobre los procesos que suceden en nuestro cuerpo y a que el Estado provea las condiciones y los servicios necesarios en materia de salud y educación para ello.

En ese sentido, consideramos que las y los jóvenes somos personas con dignidad y derechos, capaces de tomar decisiones y actuar conforme a nuestras necesidades, valores y expectativas. Tenemos el derecho a que se materialice la igualdad real de oportunidades de desarrollo, sin que nuestro sexo, edad, nivel socioeconómico, creencias religiosas, opiniones políticas, orientación sexual, o cualquier otra característica personal sean impedimento para la consolidación de éste ideal de convivencia armónica y democrática entre las personas.

Materialización de los Derechos Humanos, señoras y señores ministros, es poder tener una maternidad libre, segura, elegida y feliz, NUNCA IMPUESTA. Reconocemos que el tema del aborto tiene un fuerte impacto en nuestra sociedad, y que las discusiones morales y éticas pueden ser infinitas. Pero ineludiblemente es al final, una decisión profundamente íntima y personal. Es sobre el cuerpo de  nosotras, las mujeres tanto jóvenes como adultas, sobre nuestra  salud, nuestra libertad y nuestra vida donde recae el peso de las leyes que criminalizan el aborto.

Los reportes más recientes de la Secretaría de Salud del Distrito Federal señalan que desde el 27 de abril de 2007 al 15 de mayo de 2008  se han registrado más de ocho mil interrupciones legales de embarazo.  El 85% de las beneficiarias se declaran católicas, el 72% tiene entre 15 y 29 años de edad, con una edad promedio de 25 años, y el 57% corresponde a mujeres que enfrentan por primera vez la experiencia de un embarazo.

Lo anterior nos dice que este servicio obedece a necesidades reales de las mujeres, principalmente de las jóvenes. Además, nos revela que en ocasiones la interrupción de un embarazo puede representar  la primera elección  de trascendencia que hemos tomado solas, sin tutela de alguien, y es sumamente significativa para la definición de nuestro proyecto de vida presente y futuro.

Quitémonos la venda de los ojos, señoras y señores ministros. Las restricciones legales para acceder a abortos seguros, es decir, la penalización de su práctica no contribuyen a disminuir los graves daños y las injusticias cometidas. Sólo provocan la agudización del sufrimiento, el incremento de los daños a la salud, las muertes que pueden evitarse y la perpetuación de la desigualdad y la injusticia.

Quitémonos la venda de los ojos. Un aborto practicado en condiciones adecuadas de higiene y seguridad, bajo el amparo de una ley progresista que defiende los derechos de las personas y ampara el accionar del personal médico sensible a esta situación, disminuye las consecuencias físicas y psicológicas sobre la salud de miles de mujeres cada día, y abre el diálogo para obligarnos a pensarnos como una sociedad plural, diversa, participativa y respetuosa de la vida y la salud de las mujeres.

Quitémonos la venda de los ojos y reconozcamos que sigue existiendo una profunda criminalización a las decisiones íntimas de las personas. ¿Por qué no aceptar, señoras y señores ministros que el ejercicio libre y responsable de la sexualidad es un derecho inalienable de cada una de nosotras y es fuente de placer y de bienestar físico, mental y social?

Sostenemos que una sociedad basada en valores democráticos respeta y promueve la autonomía en el ejercicio de los derechos de todas y todos sus integrantes.

Aspiramos a que todas las personas que nazcan sean deseadas y queridas. Aspiramos a que esta sea una meta que el Estado asegure como obligación primordial al honrar su palabra suscrita mediante los compromisos internacionales que hablan sobre la salud sexual y reproductiva de las mujeres, en especial la Conferencia Internacional de la Población y el Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994.

Aspiramos a que la ley, de acuerdo a lo establecido en el artículo cuarto constitucional, proteja por igual el derecho de cada mujer a decidir el número y espaciamiento de sus hijos y que ninguna de nosotras sea obligada a continuar con un embarazo no deseado o sea privada de su libertad simplemente por ejercer su derecho a decidir.

Aspiramos a que las mujeres y sus decisiones sean valoradas como parte fundamental de la sociedad que a diario construimos, y que las necesidades de cada una y los motivos que las orillan a decidir sobre su reproducción no sean una larga lista de lo que otros valoran como bueno o malo para ellas. Las razones y circunstancias de cada una de nosotras deben ser respetadas y valoradas, pues cada experiencia contribuye a la riqueza de la diversidad que como sociedad nos caracteriza.

SEÑORAS Y SEÑORES MINISTROS. HOY ACUDIMOS A ESTE RECINTO PARA DECIRLES QUE DEPOSITAMOS TODA NUESTRA CONFIANZA Y FUTURO EN USTEDES, DEPOSITAMOS NUESTRA CONFIANZA EN QUE SI PODEMOS TRANSITAR A UNA VIDA DIGNA, A UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA, HUMANA y JUSTA.

 

* Texto presentado ante la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación.

** Integrante de Decidir, Coalición de Jóvenes por la Ciudadanía Sexual.

[1] Datos consultados en INEGI, Conteo de Población y Vivienda 2005, en http://www.inegi.gob.mx/est/contenidos/español/proyectos/conteos/conteo2005/default.asp?c10205

 

Enviado por Mariel en 26/09/2008 20:41
yo pienso que el aborto no tiene nada de bueno desde el punto en que lo veas ya que no se llama aborto se llama MATAR y no es correcto quitarle la vida a un bebe que nisiquiera se puede defender y los que estan a favor de el aborto estan mal de su cabeZa xq no por andar de calenturiento le vas a quitar la vida a un bebe! osea!

Enviado por sophie v en 21/05/2009 13:55
lo que se quiere decir con esto, no es que aceptemos matar, la ley del aborto causa confusiones, no es por abortar, solo se puede llevar a cabo en mujeres que hayan sido violadas, que el bebe venga con deformidades o que pueda causar la muerte a la madre, no se trata de abortar por irresponzables, o por calenturientos, ni por que estemos deacuerdo quiere decir que estemos mal de la cabeza.. tenemos derechos y debemos de usarlos
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