Comercio sustentable: ¿realidad o sueño? — ecologica
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Comercio sustentable: ¿realidad o sueño?

Miguel Ángel de la Torre

Desde tiempos prehispánicos se conoce la relación estrecha que guarda el hombre con algunas especies silvestres, un ejemplo claro son los psitácidos, loros y guacamayas. Esta relación ha trascendido hasta nuestros tiempos. Aunque preceden algunas regulaciones, en el año 2000 con la expedición de la Ley General de Vida Silvestre se le da vida a las Unidades de Manejo para la conservación de la vida silvestre (UMA) y a los predios e instalaciones que manejen vida silvestre fuera de su hábitat natural (PIMVS). Al 30 de junio de 2016 se habían registrado 12 mil 649 de estas empresas. En gran medida son partícipes de que en nuestro país, 2 millones 786 mil 400 familias tengan especies distintas a perros y gatos en sus hogares.

Estos datos demuestran el hecho de que existe aún una convivencia real entre especies silvestres y los mexicanos. Si bien se ha tratado de buscar en todo momento un aprovechamiento regulado, no ha podido ser del todo sustentable.

México, a través de la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES) ha tratado de que el comercio internacional de estas especies silvestres no amenace su supervivencia. Al contrario, busca que se realice de manera sustentable, promoviendo así la conservación de las poblaciones que se encuentren bajo su vigilancia.

A lo largo de la última década se ha dejado a un lado un principio de suma importancia en el bienestar de la fauna silvestre: la comercialización debe ser una herramienta y un aliado para la conservación. En contra de este principio han surgido distintos esfuerzos encaminados a la protección que han llegado hasta la prohibición de su comercialización sustentable.

La Organización Mundial de Comercio (OCDE) reconoce que la actividad comercial y económica debe elevar los niveles de vida permitiendo al mismo tiempo la utilización óptima de los recursos, un desarrollo sustentable y la protección del medio ambiente. Nos hemos vuelto cada vez más sensibles a lo que ecológicamente está en juego: nuestras decisiones como proveedores y consumidores tienen consecuencias para nuestra vida y para las poblaciones de flora y fauna.

Así, el comercio sustentable afronta los siguientes retos:

  • Educación: manejar vida conlleva un gran sentido de compromiso. El futuro poseedor debe de estar consciente de lo que va a adquirir. Debe tener disponible toda la información necesaria que permita la tenencia digna. Se deben conocer las características, condiciones generales, comportamiento, necesidades básicas, enfermedades, hábitat, medidas preventivas, convivencia con otras especies, tiempo de vida. Información precisa y clara necesaria para satisfacer todas las necesidades de bienestar de la especie.
  • Responsabilidad: se deben buscar las especies que se adapten mejor natural o artificialmente al territorio donde se ofrecen. Contar con las medidas de vigilancia y contingencia necesarias que prevengan que especies exóticas se establezcan en nuevos territorios. Pensar más allá del momento comercial, de esta forma se podrá prevenir y proveer las necesidades futuras de la especie y del poseedor.
  • Compromiso: en ocasiones, el comercio se esfuerza por buscar especies atractivas, novedosas, únicas y exclusivas, sin considerar al mismo tiempo la capacitación técnica especializada del personal, la necesidad de instalaciones adecuadas y de las maniobras de llegada. Todo esto se debe cuidar meticulosamente para disminuir los tiempos de espera a la entrada al país, optimizar los manejos, eficientar los procesos y maximizar los recursos. Se debe ser sensible ante las necesidades del personal y el entorno en el que se labora para lograr el bien de la comunidad.
  • Legalidad: cumplir con toda la normatividad vigente es indispensable para garantizar el origen y aprovechamiento de las especies.

El comercio sustentable trae numerosos beneficios a la sociedad, paga impuestos, fomenta el desarrollo de las economías locales, fomenta en especies animales en riesgo como la iguana, el borrego cimarrón y el oso americano.

La necesidad de un equilibrio entre la regulación exagerada y el aprovechamiento sustentable de las especies se justifica con la existencia de grandes demonios: el comercio ilegal y la caza furtiva, practicados por aquellos que buscan aprovechar la situación, tratándose de mimetizar al comercio legal, siempre en la búsqueda de la ganancia máxima.

En la eliminación del comercio ilegal se han desarrollado políticas de sobrerregulación, dificultando los manejos, entorpeciendo los tiempos en los que autorizan el comercio de especies, incrementando los costos de operación y afectando en ocasiones lo vistoso que son algunas especies en una etapa o edad determinada. Estas complicaciones ponen en riesgo la permanencia del comercio de especies sustentable legal y establecido.

El comercio ilegal no pierde oportunidad, abarrota los espacios virtuales y esconde su ubicación complicando su detección. Dada la dimensión de este problema, en la resolución 17.4 de la CITES para combatir el comercio ilegal, se hace hincapié en distinguir la importancia entre el comercio legal y sostenible y el ilegal.

Debemos vencer la estigmatización y visión criminal de esta actividad. Por esta concepción equivocada, un importante número de comercializadoras se rinden. No debemos perder la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás. Es necesario valorar las distintas formas de ver las cosas. A lo largo de la historia hemos aprendido dolorosamente el peligro de creer en valores absolutos como rectores de la convivencia. Hay que recordar que todas las opiniones poseen en la práctica igual valor.

El comercio evoluciona buscando la sustentabilidad que permita lograr un equilibrio entre lo que la sociedad piensa, desea y necesita, y lo que la naturaleza tiene derecho, requiere y exige. Todo en aras de formar un mejor lugar en donde vivir.

El proyecto de ley general de biodiversidad ha permitido que los actores que intervienen en el aprovechamiento de la biodiversidad se involucren en el desarrollo de la ley para buscar un equilibrio y un comercio sustentable. Como proyecto, busca introducir la regulación del comercio electrónico y actualiza la forma de establecer la legal procedencia. Sostiene las vedas como mecanismo de regulación alternativo a las prohibiciones, abre la puerta al diálogo, al entendimiento, a la cooperación y a un manejo dinámico y responsable ante las circunstancias que enfrenta y afrentará la biodiversidad.

El cambio climático, el comercio ilegal, la caza furtiva, la pérdida de hábitats, la sexta extinción y el crecimiento constante de la población humana exigen una legislación más amplia que contemple más allá de la fauna silvestre, donde encuentre cabida toda la biodiversidad. Esperamos que su reglamento sea dinámico y permita hacer frente a los cambios que México tiene por delante.

La OCDE en 2013 mencionó que “existen oportunidades para que el sector privado asuma un mayor compromiso…” Un buen ejemplo de lo exitoso que esto puede ser para todos es que actualmente existen las UMA que resguardan y reproducen animales que ya no existen en vida libre, como es el caso de la paloma de la isla Socorro.

Como todo proyecto, debe ser analizado a conciencia por grupos de trabajo multidisciplinarios que permitan a todos aquellos que tienen algo importante que aportar, sean escuchados y su conocimiento y experiencia sea plasmada en el documento final; todo, pensando en tener un México sustentable.

Miguel Ángel de la Torre
Alfredo Luna
Ana Salyano
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