Nuestros osos negros viven en una riesgosa matriz fragmentada — ecologica
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Nuestros osos negros viven en una riesgosa matriz fragmentada

Nalleli E. Lara Díaz

En el mundo existen ocho especies de osos. Cuatro de ellas: perezosos, malayos, negros asiáticos y pandas se localizan únicamente en Asia. Los osos polares habitan regiones árticas alrededor del polo norte. El oso de anteojos se encuentra en los Andes tropicales, en Sudamérica. El oso pardo (plateado) habita en Europa, Asia y Norteamérica, su distribución es una de las más amplias de cualquier mamífero en todo el mundo. Y en cuanto al oso negro americano se encuentra desde Alaska hasta el norte de México. Todos los osos se encuentran bajo alguna categoría de riesgo. Algunas especies están amenazadas y otras en peligro de extinción.

Los osos son robustos, con cabeza grande, cola corta, orejas pequeñas y extremidades cortas pero fuertes. Cuando caminan apoyan completamente la planta de las patas (plantígrados), lo que les permite pararse fácilmente sobre sus extremidades posteriores. Son solitarios y sin conducta territorial. Las áreas donde habitan no son exclusivas, puede haber varios osos usándolas al mismo tiempo, sin que estén juntos. El tamaño es muy variable: desde los 27 kilogramos del oso malayo hasta los 800 del oso polar.

Los osos son omnívoros, incluyen en su dieta principalmente alimentos de origen vegetal como hierbas, flores y frutos. También se alimentan de insectos y sus larvas, miel, huevos, hongos, pequeños roedores y carroña. Los osos pardos y los negros americanos llegan a cazar animales jóvenes; los osos negros lo hacen con menor frecuencia y cuando el alimento es escaso. Los osos panda tienen una dieta muy especializada, alimentándose solo de brotes y raíces de bambú. Los polares son los únicos que verdaderamente se pueden considerar carnívoros, ya que la mayor parte de su dieta es carne. Entre sus principales presas están focas, mamíferos marinos varados, pequeños mamíferos terrestres y peces; en verano y otoño consumen frutos ocasionalmente.

En México, los osos negros están en peligro de extinción, son los representantes de mayor tamaño del orden Carnivora de nuestro país y los únicos que nos quedan tras la extinción del oso plateado en la década de 1970. El área donde se encontraban ha disminuido más de 80 por ciento. Habitaban en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Durango, Zacatecas, Sinaloa, San Luis Potosí, Jalisco, Nayarit y Aguascalientes. Han desaparecido desde el centro de México hasta Durango, restringiendo la especie a áreas fragmentadas de bosques templados y zonas aledañas de uso ocasional, bosques abiertos, semidesierto, matorrales y pastizales, al norte de la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental.

La fragmentación es uno de los problemas más serios para el mantenimiento y la conservación de la biodiversidad en todo el mundo. Consiste en la división de un hábitat continuo en pequeñas piezas. O como se les conoce biológicamente: “parches de hábitat”.

La fragmentación lleva a la pérdida de superficie del hábitat original, volviendo inadecuadas áreas que podrían considerarse propias para la presencia de una especie. Además, reduce el tamaño de los parches de hábitat e incrementa la distancia y el aislamiento entre ellos. Los parches pueden estar conectados por corredores, que son áreas angostas por las cuales los animales pueden desplazarse; sin embargo, atraviesan una matriz de áreas inadecuadas.

La fragmentación reduce drásticamente el tamaño poblacional de las especies, la riqueza de las mismas e interrumpe las interacciones sociales normales. La fragmentación ha llevado a la extinción local de muchas especies y como consecuencia ha empobrecido los ecosistemas y reducido la biodiversidad. En una matriz fragmentada comúnmente se reduce la cantidad de alimento en los parches de hábitat. Hay menos alimento disponible para los osos y su búsqueda debe ser más intensa. Los movimientos entre parches de hábitat son necesarios. De lo contrario, los individuos jóvenes pueden verse limitados en la búsqueda y establecimiento de nuevas áreas de actividad, así como en la búsqueda de pareja para su reproducción.

La fragmentación del hábitat en la Sierra Madre Occidental y Oriental ha sido histórica. Desde tiempos de la Colonia nos hemos dedicado a explotar los bosques por diversas razones, como la extracción de madera para construir inmuebles o para cocinar. Tal proceso redujo el alimento de los osos negros, causando que esta especie, el lobo mexicano y el oso plateado comenzaran a alimentarse de ganado. La consecuencia fue el uso de venenos y una cacería intensa, eliminando a estos “depredadores” de una gran parte de su área de distribución.

Las poblaciones de osos negros en México se han reducido por la fragmentación y después por la pérdida de hábitat, la expansión agropecuaria y de uso forestal. Los carnívoros mayores a 20 kilogramos de peso, considerados de talla grande, como los osos negros, son particularmente vulnerables a los efectos de la fragmentación. Naturalmente hay pocos individuos dentro del ecosistema, tienen ámbitos hogareños grandes y las interacciones con los humanos históricamente son negativas, llegando a causar extinciones locales.

Las hembras de oso negro permanecen con sus crías un periodo que comprende entre uno a tres años. Si las crías sobreviven, lo hace apenas el 50 por ciento de la camada, se dispersan buscando establecerse en nuevas áreas. Las crías hembras se establecen dentro de las áreas de actividad de su madre, mientras que los machos jóvenes emigran y pueden desplazarse distancias grandes. La distancia de dispersión baja de las hembras es un factor que limita el crecimiento de las poblaciones hacia las áreas donde antes se encontraban.

Los desplazamientos dentro de una matriz fragmentada hacen que los machos sean más susceptibles ante la mortalidad causada por encuentros con los humanos, y por el mayor cruce de caminos y carreteras. Recientemente registramos la presencia de un oso negro macho en el estado de Durango, donde actualmente no hay poblaciones de osos documentadas. Este animal provenía de la Sierra Madre Oriental, a casi 500 kilómetros de distancia. Trató de regresar a ella desde la Sierra Madre Occidental. Le tomó cerca de 19 meses y más de mil 300 kilómetros acercarse a 80 kilómetros de una población de osos, atravesando carreteras de alta velocidad, ranchos ganaderos, cultivos, poblaciones humanas, valles y desiertos. El oso desapareció y se desconoce su suerte.

Las áreas donde aún hay osos negros es México son terrenos dedicados a la ganadería, la agricultura, el aprovechamiento forestal o la minería; muy pocos terrenos se dedican a la conservación de la biodiversidad. Los osos continúan siendo cazados y envenenados.

La fragmentación y destrucción de su hábitat, ligadas al crecimiento de la población humana, la creación de zonas urbanas, construcción o ampliación de caminos, carreteras o muros, y la falta de conectividad entre parches de hábitat amenazan la persistencia de sus poblaciones. Hemos visto desaparecer a los osos negros como consecuencia de estos procesos en gran parte de México. Los mismos resultados se pueden extender al norte de nuestro país más rápidamente de lo que se puede recuperar la especie. La fragmentación actual no les permite a los osos negros recolonizar las áreas históricas que habitaban.

México es un país muy rico en diversidad de especies y ecosistemas. Pero como consecuencia de las actividades humanas no compatibles y no sustentables con la naturaleza, hemos llevado a la extinción o al borde de ella a una gran cantidad de especies. Tal es el caso del oso plateado, el lobo mexicano y el carpintero imperial. Los osos negros continuarán en peligro de extinción si no trabajamos en medidas que sean compatibles con la conservación de las especies y las actividades productivas humanas. Existe una necesidad inherente de mantener a nuestras especies, pues de ellas depende el funcionamiento del ecosistema. Y por si fuera poco, del ecosistema dependemos todos nosotros.

Nalleli E. Lara Díaz
Carlos A. López González
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