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La contaminación microbiológica en las costas mexicanas

Guadalupe Barrera-Escorcia, Carlos Leopoldo Fernández-Rendón, Ana Carla Márquez-Hernández y Marisol Carlos-Márquez

En México, el monitoreo de la calidad sanitaria de las aguas costeras se lleva a cabo con el “Programa de playas limpias”. Comprende aquellas que recibirán turistas durante los periodos vacacionales. Éste determina las concentraciones de estreptococos fecales en 66 zonas turísticas de los 17 estados costeros.

Las zonas analizadas son 38 en la costa del Pacífico.

En Baja California Norte: Tijuana, Rosarito, Ensenada, San Felipe.

En Baja California Sur: Loreto, La Paz, Los Cabos.

En Sonora: San Luis Río Colorado, Puerto Peñasco, Bahía Kino, Guaymas, Huatabampo.

En Sinaloa: Los Mochis, Guasave, Bahía de Altata, Culiacán, Mazatlán, Escuinapa.

En Nayarit: Tecuala, Santiago Ixcuintla, San Blas, Compostela, Bahía Banderas.

En Jalisco: Puerto Vallarta.

En Colima: Manzanillo, Armería, Tecomán.

En Michoacán: Coahuayana, Aquila, Lázaro Cárdenas.

En Guerrero: Ixtapa, Zihuatanejo, Bahía de Acapulco.

En Oaxaca: Puerto Escondido, Puerto Ángel, Huatulco.

En Chiapas: Tonalá, Tapachula.

En el golfo de México las 28 zonas que se monitorean son:

Tamaulipas: Matamoros, Soto la Marina, Ciudad Madero.

En Veracruz: Veracruz.

En Tabasco: Cárdenas, Paraíso, Centla.

En Campeche: Ciudad del Carmen, Champotón, Campeche, Kalkiní.

En Yucatán: Celestún, Sisal, Progreso, Ixil, Dzemul, Telchac, Sinanché, Yobaín, Dzidzantun, Dzilam Bravo, Ría Lagartos.

En Quintana Roo: Cancún, Isla Mujeres, Riviera Maya, Cozumel, Tulum, Othón P. Blanco

En el 99.5 por ciento de los casos, el agua presenta una calidad adecuada para el contacto directo; sin embargo, el monitoreo tiene un sesgo: únicamente se realiza antes de los periodos vacacionales.

Otro indicador es el grupo de bacterias coliformes fecales de los cuales se sabe que tanto la temporada turística, como la cercanía de los aportes, son relevantes en el aumento en la contaminación microbiológica, particularmente al inicio de la temporada de lluvias.

Solo sobrepasan el límite máximo permisible el 0.47 por ciento de los datos en el Pacífico y el 0.31 por ciento en el Golfo de México. Los estados con mayores concentraciones de estreptococos fecales, (registraron las medianas más altas), son: Guerrero, Nayarit y Veracruz.

Sin embargo, los dos que rebasaron el límite máximo permisible en más ocasiones, fueron Guerrero (15 veces) con un máximo de 2 mil 143 nmp/100 mL y Campeche (seis veces) con 880 nmp/100 mL.

Se ha reportado mayor concentración de estas bacterias en las zonas cercanas a las descargas de los ríos. Cabe añadir que los microorganismos también afectan la calidad de los productos pesqueros que se capturan en estos ambientes.

Además de la temperatura, otros factores pueden modificarse como consecuencia del cambio climático. Tal es el caso del pH. Se plantea la posible acidificación del océano ya que es un gran sumidero de carbono.

Actualmente el pH del agua de mar ha disminuido cerca de 0.1 unidades desde el comienzo de la era industrial, pasando de un valor de 8.2 a 8.1.

Los valores de pH que se utilizan para el cultivo de bacterias de riesgo sanitario suelen encontrarse entre 6.8 y 7.4 de pH. La acidificación de las aguas costeras podría ser favorable para su permanencia.

El cambio climático puede modificar la transmisión estacional y los límites geográficos de distribución de varios patógenos, y así afectar la incidencia de enfermedades. Son los casos del dengue, la malaria y la fiebre amarilla. Las condiciones imperantes en las zonas costeras indican que hay poco manejo de los aportes del agua residual proveniente de las grandes ciudades y de zonas rurales.

Actualmente, la detección de patógenos y sus vectores no se atiende de manera sistemática. Éstos solo se perciben como un problema hasta que se presentan condiciones extremas que generan el riesgo de epidemias.

O bien, cuando la epidemia ya tuvo el brote y existe un importante número de personas enfermas. Lo que se requiere es una vigilancia permanente para garantizar la salud de los ecosistemas y, en no menor medida, la de la población.

Guadalupe Barrera-Escorcia
Departamento de Hidrobiología,
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
Correo-e: [email protected]

Carlos Leopoldo Fernández-Rendón,

Ana Carla Márquez-Hernández y

Marisol Carlos-Márquez