Retos y oportunidades de la transición agroecológica — ecologica
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Retos y oportunidades de la transición agroecológica

Helena Cotler

Juan Hernández (nombre ficticio) participa en una escuela de campo del programa Producción para el Bienestar, en Oaxaca. Sigue con mucha atención las explicaciones de la técnica para elaborar composta. Esta escuela es –a decir suyo– un gran espacio para aprender mejores maneras para producir alimentos sanos.

Cuando la composta está lista, Juan se lleva parte de ella a su casa, donde la incorpora en su huerto; a la milpa casi no llega nada, ya que las cantidades producidas son escasas; Juan no tiene la capacidad de producir por sí mismo la cantidad necesaria de composta para enriquecer los suelos de su milpa (una hectárea puede necesitar entre tres y cinco toneladas de composta), ya que no cuenta con los insumos, el tiempo ni la mano de obra para llevar a cabo esta tarea.

Esta situación revela la vulnerabilidad en la cual se encuentra la pequeña agricultura, que si bien tiene una enorme importancia en la economía agropecuaria del país, mantiene condiciones de pobreza y exclusión.

Indudablemente, este gobierno ha modificado la estructura de subsidios, dando preferencia a los pequeños y medianos productores, poniendo de nuevo como política de Estado a la autosuficiencia alimentaria y buscando que ésta se logre a través de una transición agroecológica.

En un contexto donde la mayor producción agropecuaria está en manos de grandes productores y de corporaciones transnacionales, que dominan toda la cadena de comercialización, impulsar la agroecología desde el Estado constituye un gran reto que es necesario profundizar para transitar hacia una autosuficiencia alimentaria.

En este sexenio el camino de la transición se hizo principalmente a partir de cuatro programas: Producción para el Bienestar (PpB), Sembrando Vida (SV), Fertilizantes para el Bienestar y Precios de Garantía.

Antes que nada, es importante enfatizar que después de décadas de mantener y promover prácticas, subsidios, mercados y organizaciones que sustentan una agricultura industrializada, en favor de los grandes productores y de corporaciones, la transición hacia una agricultura sustentable requiere de varias transiciones de diversas índoles, como la social, económica, cultural e institucional.

Estas transiciones difícilmente podrán llevarse a cabo solo con algunos programas a nivel federal, poco coordinados entre ellos, y sin conexión con otros programas federales (por ejemplo, con la Conagua) o bien con programas agropecuarios estatales.

Después de décadas de abandono, la pequeña y la mediana agricultura se encuentran en un estado de gran vulnerabilidad ante distintos factores, principalmente la falta de agua para riego, que en el contexto actual de sequía ocasiona la pérdida parcial o total de la producción.

Esta situación empeoraría ante los escenarios de cambio climático que proyectan una reducción de los rendimientos de hasta 80 por ciento en algunas zonas del país, afectando especialmente a la agricultura de temporal, dominada por pequeños productores (Estrada et al., 2023).

Asimismo, en un contexto donde el mercado está capturado por grandes empresas, la dificultad de comercializar sus productos ocasiona gran desánimo para mantener la producción. Por otro lado, la intensa migración ocasiona un abandono en el campo y una fuerte erosión cultural.

Después de décadas de un manejo que apostó solo a los fertilizantes como fuente de nutrición y al uso de plaguicidas tóxicos (ver artículo de Fernando Bejarano, en este número) que han contaminado a los suelos, la pérdida de fertilidad es común en todo el país. Según el INEGI (2014) cerca del 53 por ciento de la superficie territorial del país se encuentra afectada por erosión hídrica, impactando principalmente a suelos agrícolas de temporal que se usan para la producción de autoconsumo (Cotler et al., 2020).

Otro cambio negativo reside en la imposición de prácticas culturales contrarias a las realizadas tradicionalmente (p.e. monocultivo en cambio de milpa) que ocasionan una erosión genética.

Esta situación se refleja también en el último Censo Agropecuario (2022), en el que se reportaron como principales obstáculos al desarrollo agropecuario el alto costo de los insumos y servicios (82 por ciento); pérdidas por algún factor climático o biológico (64 por ciento); baja de precios o disminución de ventas a causa de la pandemia de Covid (37 por ciento); pérdida de fertilidad de los suelos (27 por ciento) e inseguridad (21 por ciento) (INEGI, 2023).

Este último tema es especialmente relevante pues en las encuestas y censos anteriores no se registraba dentro de los principales problemas y refleja el grado de violencia del país.

Más agroecología, pero sin inequidades

A partir de las lecciones aprendidas durante este sexenio, consideramos importante diseñar un nuevo programa de apoyo a pequeños y medianos productores, que mantenga el énfasis agroecológico, a través del acompañamiento técnico, pero sin las inequidades que genera tener dos programas con subsidios tan desiguales (6 mil pesos mensuales de SV vs 6 mil pesos anuales con PpB en los mismos territorios).

Este programa tendría que contar con apoyos para elaborar grandes cantidades de bioinsumos (tomando la concepción de biofábricas de SV), adicionar la posibilidad de contar con infraestructura hidráulica (presas, captación de agua de lluvia, acueductos) –ligado a concesiones de agua– maquinaria, y seguro de pérdidas, y además no restringirlo a algunos monocultivos, sino abrirlo a una mayor diversidad de policultivos, que incluyan hortalizas.

Para evitar repetir los mismos errores pasados, no es conveniente mantener un programa que distribuya fertilizantes sin conocimiento del estado de los suelos. Esta práctica solo ocasionará un mayor empobrecimiento de los suelos, eutrofización de cuerpos de agua, emisión de gases de efecto invernadero (NO2), dependencia a insumos basados en combustibles fósiles y la dificultad de mantener prácticas agroecológicas.

Para romper con este círculo vicioso es necesario mejorar el conocimiento de nuestros suelos. Para ello existen diferentes rutas que pasan por recuperar conocimiento local, enriquecerlo con pruebas de campo, así como también fortalecer capacidades técnicas para el análisis y monitoreo de la calidad de suelos en institutos tecnológicos, universidades, centros de investigación que trabajando de manera conjunta con las organizaciones campesinas y los programas públicos puedan proveer de información para un mejor manejo de los suelos y que al mismo tiempo se ofrezcan nuevas fuentes de nitrógeno (como microoorganismos) y en última instancia, se capacite para un uso sustentable de algunos fertilizantes.

Dado que en el país se cuenta con numerosos ejemplos de experiencias agroecológicas a nivel local, sería importante vincular estos programas con los procesos organizativos autogestionarios, planes de vida comunitarios y regionales; retomando experiencias y limitaciones agroecológicas de organizaciones campesinas.

Referencias
Cotler H., Corona A.J., Galeana M. 2020 Erosión de suelos y carencia alimentaria en México: una primera aproximación. Investigaciones Geográficas 101 DOI: http://dx.doi.org/10.14350/rig.59976.
Estrada F., Zavala J., Martínez A., Raga G., Gay . (coordinadores). 2023. Estado y perspectivas del cambio climático en México: un punto de partida. Programa de Investigación en Cambio climático- UNAM, México https://cambioclimatico.unam.mx/wp-content/uploads/2023/11/estado-y-perspectivas-del-cambio-climatico-en-mexico-un-punto-de-partida-unam.pdf.

Helena Cotler
Centro de investigación en Ciencias de Información Geoespacial
Correo-e: [email protected]